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CAPÍTULO VIII.— El hombre rico Es una descripción sucinta de un periodo de la historia que comprende aproximadamente los siglos XIV-XVI. Se narra el flujo, cada vez mayor, de laactividad comercial, la devaluación de la moneda, la ampliación de las rutas y labúsqueda de nuevos campos para el negocio del dinero y de los bienes fungibles. Aparecen lasgrandes compañías de comerciantes asociados para ampliar sucapacidad y aumentar sus ingresos. Con tales empresas surgen también lasgrandes fortunas, y de allí se derivan las influencias notables de financieros comolos Peruzzi (1300), los Médici (1440) y, el grupo más potente, los Fugger, quetuvieron mucho que ver en el desarrollo de la historia europea. El autor atribuye,por ejemplo, a la ayudaeconómica de Jacob Fugger (banquero alemán) el triunfode Carlos V de España sobre Francisco I de Francia para ceñir la corona delSacro Imperio Romano.
CAPÍTULO IX.— Pobre, mendigo, ladrón El flujo del dinero, de manera muy especial con el descubrimiento de América yla explotación de las minas de plata y oro por parte de España, con la consiguienteexpansión de dichos metales por el resto deEuropa, produjo una subida deprecios escandalosa. El dinero empezó a ofrecerse más y a valer menos. Como siempre, sufren losasalariados, los que tienen una pensión fija: porque nunca el salario crece al ritmode los precios. «Para el obrero esto significaba o estrecharse el cinturón o, si no,luchar por más altos jornales con los que afrontar la carestía de la vida , y nohacerse un mendigo. Las tres cosasocurrieron como resultado de la revolución delos precios» (p. 138). Los mendigos aumentan desmesuradamente, convertidos a veces enmerodeadores y salteadores, que han quedado a la orilla del camino de losseñores del dinero: los comerciantes. La tierra alcanzó también un valor más alto, tanto en la explotación agrícolacomo —especialmente al aumentar el precio de la lana— en la cría de ovejas.
5.Nació la institución del cercado de las propiedades, desalojando de ellas a losagricultores y arrendatarios. Se cometieron verdaderas injusticias, tal comoaparece, por ejemplo, en el siguiente texto de un sermón del obispo Latimer antelos cortesanos del rey Eduardo VI: «Vosotros, terratenientes, lores antinaturalesque aumentáis las rentas, ya tenéis por vuestras posesiones cada año demasiado(...)»(p. 143). Las leyes civiles también intentaron reprimir los abusos, pero no fueroncumplidas. Y, como siempre ha ocurrido, cuando los campesinos se rebelaron ytrataron de luchar contra las situaciones injustas, fueron castigados severamente. «Obsérvese un importante cambio en este periodo. La vieja idea de que laimportancia de la tierra estaba de acuerdo con la cantidad de trabajo en ella,habíadesaparecido. El desarrollo del comercio y de la industria y la revolución de losprecios habían hecho el dinero más importante que los hombres, y la tierra eraconsiderada ahora como fuente de ingresos. Las gentes habían aprendido atratarla como trataban a la propiedad en general, y se convirtió en objeto deespeculación, que se vendía o se compraba para ganar dinero. El movimiento del‘cercado’...
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