Profesor
Toda mi vida he estado en Hadar, y en Hadar moriré junto a mi familia. He tenido tres hijos y dos hijas. Ahora casi todosson integrantes activos de la tribu y trabajan junto al resto, pero hubo un tiempo que tuve que cuidar de ellos, que buscarles comida y procurar que estuvieran sanos.
Hoy ya soy vieja y he conseguidorecogiendo frutos de los árboles y enfrentándome a todo tipo de criaturas y a algunos de nosotros, que sobrevivan dos de mis hijos y una hija, por lo que puedo considerarme una mujer afortunada.Duermo en los árboles, no podéis imaginar el placer de sentirse seguro en una rama y ver las estrellas infinitas mientras oyes los ruidos de las noches. Así, noche tras noche, consigo dormirme muyrápido. A veces, me da pena no poder disfrutar más de los hermosos cielos estrellados etíopes, pero estoy tan cansada.
Pero, sin duda, lo mejor de dormir en los árboles es despertarse. En cuanto elprimer rayo de luz asoma, abro los ojos y contemplar la hermosa sabana es indescriptible. El intenso verdor, los animales salvajes, la tribu comenzando a moverse al ritmo del sol, me hacen sentirme libre.Las mañanas me encantan. Bajar de los árboles y caminar hasta el agua es mi actividad favorita del día. Camino, me gusta sentir la tierra bajo mis pies, hasta llegar al agua fresca donde bebo hastaque no cabe en mi estomago nada más. Me gusta mirarme en el agua cristalina, verme con mis propios ojos, un milagro de la naturaleza que tan sólo nos permite el agua. Así, puedo ver mi cara...
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