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Páginas: 39 (9634 palabras) Publicado: 12 de agosto de 2013
EL EXTRAÑO CASO DE BENJAMIN BUTTON
Francis Scott Fitzgerald

Fue difícil vender El extraño caso de Benjamin Button (aparecido en la revista Collier el 21 de
mayo de 1922). Fitzgerald le escribiría más tarde a su agente Harold Ober: « Ya seque las
revistas sólo quieren mis relatos sobre chicas a la moda; los problemas que has tenido para
vender Benjamin Button y Un diamante tan grande comoel Ritz lo demuestran».
Benjamin Button fue su segundo relato (le había precedido The Cut-Glass BowL en 1920) de
corte fantástico o superreal, un estilo en el que escribió algunos de sus cuentos más brillantes y
que quizá le atraía por su tensión entre romanticismo y realismo, por el desafío que la fantasía
plantea: convertir lo imposible en verosímil. Fitzgerald explicó la génesis de BenjamínButton
cuando lo incluyó en sus Cuentos de la era del jazz:
«Me inspiró el cuento un comentario de Mark Twain: era una lástima que el mejor tramo de
nuestra vida estuviera al principio y el peor al final. He intentado demostrar su tesis, haciendo
un experimento con un hombre inserto en un ambiente absolutamente normal. Semanas
después de terminar el relato, descubrí un argumento casi idénticoen los cuadernos de Samuel
Butler.»
I.
Hasta 1860 lo correcto era nacer en tu propia casa. Hoy, según me dicen, los grandes dioses
de la medicina han establecido que los primeros llantos del recién nacido deben ser emitidos
en la atmósfera aséptica de un hospital, preferiblemente en un hospital elegante. Así que el
señor y la señora Button se adelantaron cincuenta años a la moda cuandodecidieron, un día
de verano de 1860, que su primer hijo nacería en un hospital. Nunca sabremos si este
anacronismo tuvo alguna influencia en la asombrosa historia que estoy a punto de referirles.
Les contaré lo que ocurrió, y dejaré que juzguen por sí mismos.
Los Button gozaban de una posición envidiable, tanto social como económica, en el Baltimore
de antes de la guerra. Estaban emparentadoscon Esta o Aquella Familia, lo que, como todo
sureño sabía, les daba el derecho a formar parte de la inmensa aristocracia que habitaba la
Confederación. Era su primera experiencia en lo que atañe a la antigua y encantadora
costumbre de tener hijos: naturalmente, el señor Button estaba nervioso. Confiaba en que
fuera un niño, para poder mandarlo a la Universidad de Yale, en Connecticut,institución en la
que el propio señor Button había sido conocido durante cuatro años con el apodo, más bien
obvio, de Cuello Duro.
La mañana de septiembre consagrada al extraordinario acontecimiento se levantó muy
nervioso a las seis, se vistió, se anudó una impecable corbata y corrió por las calles de
Baltimore hasta el hospital, donde averiguaría si la oscuridad de la noche había traído en su
senouna nueva vida.
A unos cien metros de la Clínica Maryland para Damas y Caballeros vio al doctor Keene, el
médico de cabecera, que bajaba por la escalera principal restregándose las manos como si se
las lavara —como todos los médicos están obligados a hacer, de acuerdo con los principios
éticos, nunca escritos, de la profesión.
El señor Roger Button, presidente de Roger Button & Company,Ferreteros Mayoristas, echó a
correr hacia el doctor Keene con mucha menos dignidad de lo que se esperaría de un caballero
del Sur, hijo de aquella época pintoresca.
—Doctor Keene —llamó—. ¡Eh, doctor Keene!

El doctor lo oyó, se volvió y se paró a esperarlo, mientras una expresión extraña se iba
dibujando en su severa cara de médico a medida que el señor Button se acercaba.
—¿Qué ha ocurrido?—preguntó el señor Button, respirando con dificultad después de su
carrera—. ¿Cómo ha ido todo? ¿Cómo está mi mujer? ¿Es un niño? ¿Qué ha sido? ¿Qué...?
—Serénese —dijo el doctor Keene ásperamente. Parecía algo irritado.
—¿Ha nacido el niño? —preguntó suplicante el señor Button.
El doctor Keene frunció el entrecejo.
—Diantre, sí, supongo... en cierto modo —y volvió a lanzarle una extraña...
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