Profesor
La mayoría de los documentos seleccionados forman la base de mi libro El sionismo en la época de los dictadores, publicado en 1983. Un trotskista desconocido como yo no habría de esperar una reseña del LondónTimes. Sin embargo, la hicieron y fue favorable: "Brenner es capaz de citar numerosos casos en que los sionistas colaboraron con regímenes antisemitas, incluyendo el de Hitler." El diario stalinista Izvestia de Moscú dijo lo mismo, y el libro se convirtió en algo muy conocido mundialmente entre los especialistas en sionismo. Sin embargo, las principales críticas en mi país fueron en esa épocafanáticamente defensivas del {Estado de} Israel.
La revista New Republic descargó su ira en contra mía por ser la fuente histórica de la obra de Jim Alien Perdición, de 1987. Los estadounidenses nunca oyeron de ella, pero los historiadores del teatro testificarán que, gracias a los esfuerzos sionistas por suprimirla, es una de las obras más famosas de la historia británica. Yo repliqué. Pero elnotoriamente excéntrico editor de la revista no publicó la réplica, violando el derecho a réplica sostenido incluso por las publicaciones sionistas.
El editor de Village Voice me dijo que ellos no reseñarían el libro. "Si a usted no le gusta, publique su propio periódico." Así fue, y el público en general del segundo hogar del sionismo moderno nunca oyó mencionar al libro.
Sin embargo, elsilencio de los medios respecto a mi libro no es causa para la ignorancia estadounidense respecto al papel del sionismo en el Holocausto. En 1948, Albert Einstein escribió una carta al The New York Times denunciando a Menahem Begin y su partido Zionist Herut/Partido de la Libertad como "estrechamente afín a los partidos nazi y fascista en sus métodos, organización, filosofía política y demanda social.En 1960, la revista Life publicó algunas memorias de Adolf Eichmann, escritas desde su escondrijo. El describe tratativas con el sionista húngaro Rezsó Kasztner. En 1961, el célebre escritor Ben Hecht publicó Perfidia, exponiendo el papel de Kasztner.
En 1963, Hannah Arendt criticó el rol del sionismo en su celebrado Eichmann en Jerusalén, obteniendo a cambio las acostumbradas reseñas críticasinsultantes. Lucy Dawi-dowicz tradujo en su Holocaust Reader una oferta secreta de colaboración con los nazis.
Nada de esto impulsó una revaloración pública significativa del sionismo. A menos que estén implicados ellos mismos, la mayoría de los estadounidenses se mantienen alejados de las lecturas respecto a la política exterior como el demonio del agua bendita.
El interés intelectual serio porcualquier cosa "política" —se trate de Lincoln o de cualquier otra cosa— es más de lo que puede esperarse del 47 por ciento de los estadounidenses, convencidos de que el Dios de Abraham creó el mundo, más o menos tal cual es, en los últimos 10.000 años.
(Otros creen que los dinosaurios coexistieron con los seres humanos porque los vieron juntos en un dibujo animado.)
Los lectores judíos son enrealidad dos públicos distintos. Los judíos cosmopolitas, en expansión, son cerca del 50%, y rechazan el judaísmo como una remora intelectual en una época hipercientífica. Desde el momento que encuentran al sionismo conectado con el judaísmo, la mayoría no tiene interés en leer acerca de él, al igual que los excatólicos típicos no leen acerca de la política católica.
Pero los judíosreligiosos son comúnmente peores. Hay unos 15.000 super ortodoxos que ven al sionismo como una monstruosa perversión secular de su religión. Sin embargo, para la mayoría de los ortodoxos, la lectura política implica una propaganda sionista semanal hiper kosher, y otra diaria llevada adelante por gente que busca halagar a los judíos por cuestiones de mercado, y que alienta las ilusiones de sus lectores....
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