Profesora De Ingles

Muchas veces nos hemos preguntado por qué le prestamos tan poca importancia a los símbolos patrios, como la bandera.
Buscar las respuestas puede ser un buen ejercicio intelectual, aunque lasposibilidades de arribar a una respuesta confiable son remotas.
Belgrano imaginó nuestra enseña patria con colores de la Casa de los Borbones, celeste y blanca, para no ofender a Fernando VII, a quiénNapoleón tenía a mal traer en Europa. Una España debilitada por la guerra presentaba un escenario propicio para la independencia, pero no por ello había que irritar al Rey. La situación europea eracambiante y el derrotado podía mudar en victorioso. Había que andar con pies de plomo.
Por otra parte, el gobierno revolucionario porteño era asesorado y apoyado económicamente por Inglaterra, en susintentos independentistas. Habían sido expulsados y humillados durante las invasiones y ahora nos daban armas y jefes militares, además de asesorarnos (gente macanuda los ingleses!).
Como se verá,los símbolos y acontecimientos patrióticos tienen sus conos de sombra.
No obstante, no debe estar allí nuestra supuesta falta de “demostración patriótica”.
Sería lícito, y no necesariamenteacertado, pensar que somos poco amantes de banderas y escarapelas por la misma razón que cantamos el Himno con la boca semicerrada, como con vergüenza: no estamos satisfecho con nuestro destino comoNación. No nos sentimos destinatarios del inflamado “O juremos con gloria morir” y no encontramos los laureles “que supimos conseguir”.
Nuestra historia reciente recuerda momentos de gloriapatriótica que abandonan esta teoría: el país se embanderó cuando tuvimos éxitos futbolísticos a nivel mundial y cuando nuestros soldados ocuparon las Islas Malvinas. Nos sentíamos orgullosos de nuestraargentinidad.
Cuando caímos en la cuenta de que el fútbol no era más que un juego y Malvinas una derrota, guardamos la celeste y blanca.
Es cierto que no hemos tenido demasiadas oportunidades...