Profesora Historia

Y NO ME IMPORTA NADA


En algún momento de su vida Francisca dejó de crecer. Se cortó las alas, para evitar verse en la obligación de iniciarse en el mundo. Así –dependiente de las decisiones de los otros- no podría equivocarse. Su miedo a caer, a ser cuestionada y estar en boca de todos, le aterraba hasta lo innombrable. Procuraba estar al otro lado del camino, como dice Fito Paez,mirando como todo pasa. Siendo protagonista de nada.
Su desidia plenamente asumida era la única certeza de la cual se hacía responsable. No se trataba de un gran descubrimiento tampoco, pero tenía ciertos méritos. Porque le permitía sobornar, en silencio, la suficiencia de los demás y descubrir la pereza cuando la reconocía en otros. El no incurrir en errores le ayudaba a no quemarse ni apedir perdón.
O sea, fue durante años la ostra que se dejó mecer y se escondió bajo la arena. No le importaba nada. Hasta que Carolina la atrapó en su red.

En Quintero conoció a esa loca linda. Aunque siempre he pensado que se conocieron mucho antes, en la época del colegio y tal vez en la primera infancia. La rudeza con que ella la trató, al sacarle de entre las rocas, produjo enFrancisca una inquietud desconocida hasta ese momento.
-¿Qué haces ahí estúpida? Mira la marea, ¿Qué no ves que está subiendo? ¡Te puedes ahogar! Su boca roja y abierta se abalanzaba, desde arriba de un peñasco, justo frente a su amarilla cara.
Para su madre, iluminada –en esos días- por el debutante esoterismo, todos los colores obedecían a un estado del alma. Para su padre, más científico,en cambio, toda explicación había que desentrañarla desde el mundo de la biología o de la física. Francisca más bien creía que lo amarillo de su rostro provenía del bronceador rayito de sol, que una tía le había traído de Mendoza.

-¿Por qué estás tan amarilla? Dicen que la gente que es así, nunca se compromete con nada. O sea, no eres ni fu ni fa. Y se lanzó a reír.
-¿Por qué no me ayudasmejor? Quiero sacar unas lapas. Hay una chica que está encima de una grande y no logró zafarla. Además está lleno de caracoles.
-¿No se te podría haber ocurrido un lugar menos peligroso, no? ¿Eres mongólica o qué?

Su padre muchas veces la había llevado a la Cueva del Pirata a sacar caracoles para el almuerzo. Después de cocerlos, con la ayuda de una aguja, la abuela les arrancaba un selloduro y amarillo que contenían en su interior. No veía nada de extraño en querer imitarla. Hacía cinco años que no comía caracoles ni veía a su progenitor, desde su exilio a Canadá.
Desde las rocas Carolina descendió hasta la poza donde ella se encontraba sumergida a medio cuerpo. Juntas tiraron con fuerza los moluscos y Francisca se rompió una uña. Carolina desarmó su propia cola de caballoy con un elástico trató de hacerle un torniquete en el dedo para impedir que la sangre fluyera y manchara todo.
-Estudio enfermería, le dijo. Y su sonrisa la encandiló.

No sé si existe la amistad a primera vista. Pero eso fue pura química. De la noche a la mañana, Carolina pasó a convertirse en su mejor amiga. Tenían 18 años y no les importaba nada más en el mundo que caminarjuntas, abalanzándose una encima de la otra, despreciando a cuanta gorda se depositaba cerca de sus toallas en la playa. Tenían la belleza de la juventud, la piel firme y la risa brava.
Las vacaciones, desde ese verano, cambiaron radicalmente para Francisca. Fue como una renovación, un cambio de hábito. De ser la más gansa de la playa El Papagayo, colgada del brazo de los viejos y llevando elquitasol en la espalda, pasó a ser la chica top de la minifalda de jeans, dueña de las piernas más contorneadas de todo Quintero city. Bueno, en realidad la número dos, porque Carolina era considerada más linda, en este Chile moreno. Sus ojos azules y su melena rubia natural, no dejaban a nadie impávidos. Más aún en ese balneario donde la familia de ambas solía pasar las vacaciones, desde años...