Profesora Para La Enseñanza Primaria

“Soy como soy” María de las Mercedes era un nombre demasiado largo para sus escasos 98 centímetros de estatura. Todos la llamaban, cariñosamente, “Merce”, muy a disgusto de su padre, que se había esforzado en elegir el nombre. Cursaba el segundo año y siempre fue la primera de la fila. Se empecinaba en vano en usar peinados recogidos que la hicieran más alta, sus ojos azulesresaltaban en su carita pálida y miles de pequitas adornaban sus mejillas. Era menudita, parecía débil; sin embargo era un torbellino. Le gustaba jugar a disfrazarse. Abría el ropero de su madre y buscaba vestidos vistosos para convertirse en reina, bailarina o gitana. Disfrutaba mirándose al espejo porque éste le devolvía diez o quince centímetros más de “tranquilidad”, según lostacos elegidos para la ocasión. Un día, la mamá la encontró acurrucadita en un rincón de su pieza. Había recibido una ofensa de un compañero quien, burlonamente la llamó “pitufina”. La mamá, que siempre encontraba las palabras justas para consolarla, tomó, en esa oportunidad, una caja que contenía tres frascos de perfume, y le pidió a su hija que los oliera. Merce olió, uno poruno, y observó que el aroma más rico se desprendía del frasco más pequeño y sencillo. Entonces, Merce comprendió que el cuerpo de las personas es como el envase de los perfumes. No importa ni su forma, ni su tamaño, porque el interior es lo que, realmente, vale. La pequeña abrazó a su mamá y continuó su juego, arrastrando por el piso el vestido para la ocasión pero… descalza. | “Soycomo soy” María de las Mercedes era un nombre demasiado largo para sus escasos 98 centímetros de estatura. Todos la llamaban, cariñosamente, “Merce”, muy a disgusto de su padre, que se había esforzado en elegir el nombre. Cursaba el segundo año y siempre fue la primera de la fila. Se empecinaba en vano en usar peinados recogidos que la hicieran más alta, sus ojos azulesresaltaban en su carita pálida y miles de pequitas adornaban sus mejillas. Era menudita, parecía débil; sin embargo era un torbellino. Le gustaba jugar a disfrazarse. Abría el ropero de su madre y buscaba vestidos vistosos para convertirse en reina, bailarina o gitana. Disfrutaba mirándose al espejo porque éste le devolvía diez o quince centímetros más de “tranquilidad”, según los tacoselegidos para la ocasión. Un día, la mamá la encontró acurrucadita en un rincón de su pieza. Había recibido una ofensa de un compañero quien, burlonamente la llamó “pitufina”. La mamá, que siempre encontraba las palabras justas para consolarla, tomó, en esa oportunidad, una caja que contenía tres frascos de perfume, y le pidió a su hija que los oliera. Merce olió, uno por uno, yobservó que el aroma más rico se desprendía del frasco más pequeño y sencillo. Entonces, Merce comprendió que el cuerpo de las personas es como el envase de los perfumes. No importa ni su forma, ni su tamaño, porque el interior es lo que, realmente, vale. La pequeña abrazó a su mamá y continuó su juego, arrastrando por el piso el vestido para la ocasión pero… descalza. |
“Soy como soy”María de las Mercedes era un nombre demasiado largo para sus escasos 98 centímetros de estatura. Todos la llamaban, cariñosamente, “Merce”, muy a disgusto de su padre, que se había esforzado en elegir el nombre. Cursaba el segundo año y siempre fue la primera de la fila. Se empecinaba en vano en usar peinados recogidos que la hicieran más alta, sus ojos azules resaltaban ensu carita pálida y miles de pequitas adornaban sus mejillas. Era menudita, parecía débil; sin embargo era un torbellino. Le gustaba jugar a disfrazarse. Abría el ropero de su madre y buscaba vestidos vistosos para convertirse en reina, bailarina o gitana. Disfrutaba mirándose al espejo porque éste le devolvía diez o quince centímetros más de “tranquilidad”, según los tacos elegidos...