Profesora

Cuentos y relatos breves:
Noviembre 20 de 2007: "A fin de cuentas el trabajo es todavía el mejor medio de pasar nuestra vida." (Gustave Flaubert).

La mano.El hombre corría sin esfuerzo por la senda que ascendía hacia la roca negra. De cuando en vez volteaba a mirar por encima de su hombre izquierdo para observar si alguien le seguía. Más estaba seguroque así no era. Nadie lo había visto. Fue una operación simple y sencilla, que no requirió mucho tiempo ni mucha energía.

Era un hombre negro, alto, de larga y enmarañada pelambrera que le caíadesde la cabeza hasta un poco más abajo de los hombres, en forma de guedejas o tirabuzones sucios y apelmazados. Un rastaman de las escalas más bajas. En una de sus manos sostenía un machete, queaunque enmohecido, brillaba filoso bajo el resplandeciente sol.

Sus pies descalzos, de blancas plantas, batían rítmicamente el desigual sendero. A lado y lado, vegetación exuberante ofrecía unverdor tropical. De tanto en tanto, frondosos árboles sombreaban el camino. Un mango, una palmera, un “breadfruit”.

Un lagarto, alertado por el tam tam que producían los pasos que se acercaban,atravesó velozmente la trocha en busca de un matorral fresco. Sus ágiles patas apenas rozaban la caliente tierra.

El hombre alcanzó la cumbre. Allí, en medio de un claro, se destacaba la roca negra.Parecía una hermana gemela de la que adornaba las playas del Johny Cay. Apoyándose en una saliente, el rasta colocó la mano sobre la desigual superficie y de un certero golpe cercenó el dedo en dondebrillaba una enorme y fulgente piedra engastada en un grueso anillo de oro. Sacó de un bolsillo una faltriquera, una pequeña bolsa que había sustraído en otra de sus incursiones, y en ella guardóel dedo alhajado.

El hombre partió. La mano, de la cual había manado una pequeña cantidad de agua sangre, abandonada quedó sobre la negra roca. Semejaba un interrogante que clamaba al cielo....