profesora
El centro estaba puesto en el adiestramiento de conductas que aún no habían aparecido o estaban en esbozo pensandomecánicamente que promover el funcionamiento ahora inadecuado, por inmaduro podía dejar huellas “adecuadas” y “maduras” en un equipamiento motor, sensorial, emocional enfrentado a lo desconocido -por esotemible-incomprensible e inabordable por sí mismo, como si fueran “acontecimientos” vividos por fuera de un vínculo donde justamente es el adulto, supuestamente protector, el que provoca el malestar,la inseguridad y la desazón.
Una motricidad por la motricidad misma, sin significación en el conjunto de la vida cotidiana del sujeto, o una significación del “deber ser” para conseguir el amor y lavaloración del otro, de acuerdo a ciertas concepciones sobre el standard de aparición de las conductas y al rol del estímulo externo como generador de las mismas. De ahí la insistencia en elprotagonismo del estimulador “activo” frente al “estimulado” pasivo y en el “programa de estimulación” a administrar.
Basándose en teorías explícita o implícitamente conductistas el bebé se concebía como unreceptor más o menos pasivo que debía reaccionar, a los estímulos con la respuesta esperada. Ejercicios repetidos al infinito, como reforzamiento, para aprender a dirigir la mirada, a responder a lossonidos, para conocer texturas, para aprender a gatear o a caminar, ejercicios para la pinza digital. Y también ejercicios de labios, de lengua, de vocalizaciones, para hablar. El niño aparecía como elproducto de una serie de estímulos y respuestas, aisladas, sin sentido integrador en experiencias complejas.
No podía pensarse al bebé, y menos aun si padecía alguna disfunción, como un ser activo...
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