Profesora
MUJER DE ARTISTA
2003 - Reservados todos los derechos
Permitido el uso sin fines comerciales
ROBERTO J. PAYRÓ
MUJER DE ARTISTA
A la Sra. Jaustina. L. de MolinariEra más de media noche, mucho más. En las calles no se oía ruido alguno, la casa estaba
profundamente silenciosa. Sólo, de vez en cuando, el sordo rodar de un carruaje sobre el
empedrado. Fríoagudo, cielo azul profundo en que las estrellas titilaban incansables...
El, en su cuarto, la miraba dormir, tranquila, en el lecho caliente, allí donde no alcanzaba la
luz de la lámpara dirigida confuerza por la pantalla sobre un montón de papeles en el
escritorio revuelto.
Se había detenido porque le dolía la mano, de hacer correr la pluma durante tantas horas,
sin descanso, y porque sus ojosfatigados duplicaban las líneas de lo escrito é interponían
una niebla vaga é impenetrable entre él y las garabateadas carillas. Pero, notando que el
sueño lo vencía y que la cabeza pesada estaba ápunto de caerle sobre el pecho, se levantó y
se lavó con agua helada, largamente, hasta tiritar en la habitación tibia por el encerramiento
y el humo de los cigarrillos, repuestos sin intervaloalguno.
El ruido inusitado que hizo no la despertó; volvió entonces á la mesa y se puso á escribir,
febril, con los ojos bien cerca del papel; y los renglones brotaban de su pluma, uno tras
otro, conrapidez vertiginosa, mientras la mano izquierda, apoyada sobre el margen de la
carilla, le temblaba nerviosamente.
De pronto se interrumpió. No podía más. El estómago le gritaba, implacable; elcerebro,
como coagulado, se negaba á producir una sola idea; la mano, entumecida, no podía
continuar sosteniendo la pluma; en la base del pulgar sentía una punzada agudísima y
continua; la luz de lalámpara le parecía menos intensa, el cuarto más frío cada vez, la tarea
más penosa, más imposible de terminar.
Al retirarse de la imprenta, le habían encomendado aquella monografía «para el día...
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