Progresismo

Como si cada gota de agua fuera un pedazo del cielo que se desvanece y rueda por los cabellos de quienes, apurados por ir al frente, marchan hacia esos intentos de hogares, así es la lluvia. Es unateoría incomprendida, tanto como incorregibles son todos los hombres que, déspotas, con esas formas que desvisten con los ojos, viven hambrientos de ganas, de calor, de muerte y putrefacción. Pero laculpa no es de ellos ¡es de Dios! por abandonarlos a sus propios designios y despojos, a sabiendas que la mente humana viene del polvo, de la explosión insana de partículas sin definición sexualalguna… ¿Qué podíamos esperar de tal reventón?
El cielo se derrite ante el calor blanco del relámpago y comienza a desgranarse, en menudas gotas incoloras, como mazorcas, apaleadas por los truenos dentro deun enorme saco azul, dándonos a saber la verdad que se ignora: el cielo no es azul. Las nubes, que se forman y deforman en musicales geometrías de curvas y segmentos, de senos, cosenos, cuerdas yradios… van sirviendo de canales para que nos llueva cielo sobre los cuerpos, sobre los vellos alisados a punta de calor, de vapor o de manos acariciando esa excusa que se nos convierte en la lujuriadespués de resbalar por la espalda y bajar hasta un brazier o hasta la punta de una nalga. Es, por tanto, también, la eyaculación precoz de los ángeles que nos miran, deseosos de engendrar su plebe entrelas piernas blancas, entre las rubias crines de nuestras hembras, en sus almibaradas tetas, en esos labios carnosos y gruesos de sus frutas.
La lluvia es la excusa indisoluble de lo que no se puedemantener como materia, de lo que se descompone por el calor absorto de las miradas que nos echamos encimas, como mantas, en esas noches de fríos astros tiritando mas abajito del mismo cielo, que sedecantan por quien sabe qué misterioso principio el cual ninguno vislumbra. Esas miradas son como manos, piernas, torsos y genitales, que nos echamos encima para hacernos un poquito de fogata y...