progreso cultura y capitalismo
Simón Royo
Según los mitos clásicos Prometeo otorgó el fuego a los mortales, dotándoles
de las técnicas necesarias para el paso de la naturaleza a la cultura, de lo crudo a lo
cocido, pero previamente a ese don ya tenían algo en común los dioses y los hombres,
la razón, la palabra, el lógos, capacidad que junto a ciertas disposiciones morales
otorgadas por Zeus,garantizaría la sociabilidad y convivencia en las ciudades. Pero
aún nos falta un nuevo don con el que poder lograr tanto que la insociable sociabilidad
de las ciudades y naciones se torne en verdad cosmopolita, como que el enorme
desarrollo tecnológico alcanzado en el pasado siglo beneficie a todos los seres
humanos.
La cultura occidental siempre se ha representado a las demás culturas en losextremos y nunca encontrándose en un medio en el que pudieran reconocerse todas
ellas como iguales. Desde el panhelenismo de Platón hasta los imperialismos
renacentistas y decimonónicos hemos creído en la superioridad occidental en lugar de
limitarnos a señalar nuestras diferencias. Con la noción griega de «barbarie», ligada al
desconocimiento de la lengua griega y opuesta a la idea de racionalidad, hasido
siempre como se ha llegado a privar de capacidad racional al otro, motivo de que
dijese Aristóteles en su Política: «Justo es que los griegos manden a los bárbaros,
según dicen los poetas», poetas como el Eurípides de Ifigenia en Aulide, que ya decía
aquello de que «los helenos deben mandar a los bárbaros». Una postura que luego,
en el Renacimiento, el sano escepticismo epicúreo de unMontaigne, con todo y sus
idealizaciones del recién descubierto Nuevo Mundo, no dejaría de poner en su
adecuado sitio: «Cuando Pirro pasó a Italia y reconoció el orden del ejército que le
oponían los romanos, dijo: No sé que bárbaros son éstos (porque bárbaros llamaban
los griegos a todos los extranjeros), pero la disposición de ese ejército que veo nada
bárbara es»1. Reconociéndose entonces que lamisma lógica política con la que
operan unos hombres, bien pudiera ser, perfectamente, -aunque no necesariamente-,
la lógica con la que operasen todos los demás hombres.
Ciertamente la superioridad tecnológica de Occidente ha sido y es la que ha
ocasionado ese desajuste entre Norte y Sur, considerándose Oriente, desde
Occidente, bien como el paraíso utópico de El Dorado y del esoterismo hippie o biencomo el infierno bárbaro de los supuestamente tan civilizados colonizadores. Esas
consideraciones bien beatificas o bien demoniacas de lo ajeno (o de lo propio)
dependerán de la valoración que se haga del progreso científico-técnico y de que se
siga o no el mito del progreso continuo, ascendente y lineal, del secularizado
providencialismo de los ilustrados. Desde la puesta en duda del progreso queva
desde Rousseau a Heidegger y la escuela de Frankfurt, puede incurrirse, si sólo se
aprecian las pérdidas y los costes de la forma de vida occidental y ninguno de sus
aciertos, en la autocomprensión apocalíptica y en el desplazamiento de lo valioso
hacia un afuera que ha calado profundamente en la postmodernidad. Y desde la
puesta en duda de las bondades de la naturaleza o desde lainfravalorización de las
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Montaigne Ensayos I, XXX: «De los caníbales».
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/index.html
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Progreso, Cultura y Capitalismo. Simón Royo
A Parte Rei 41. Septiembre 2005
formas de vida de las comunidades ajenas o distintas al mundo occidental, que van de
Hobbes a Hegel, hasta Huntington o Fukuyama, fácilmente se puede incurrir en el
etnocentrismo y el imperialismo modernos.La representación más ajustada entonces
será la que pueda calibrar pérdidas y costes, ganancias y adquisiciones, en todas las
formas de vida, sin que ello suponga ningún relativismo pero tampoco ningún
dogmatismo; ni se produzca el impedimento de mostrar y argumentar la predilección,
sin minusvalorarlas, de unas formas de vida sobre otras. Si bien, más allá de la
«representación más ajustada»,...
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