prologo en una silla de ruedas
No hace mucho tiempo que en un viejo baúl –propiedad de una tía que me sirvió de madre– encontré
un rollo de papeles manuscritos, atado con un cordoncito de seda azul. El tiempolos habrá puesto
amarillentos, y comejenes y pejecillos los tenían todos agujereados. Eran los originales de En
una silla de ruedas, novela que escribí hace mucho, pero mucho tiempo, tanto que medan ganas
de decir que ese hecho se pierde en la noche de los tiempos. Entonces yo no había cumplido mis
veinte años y la novela se publicó por ahí de 1917 en una corta edición. El único ejemplar queme queda está sucio y hasta comido por las ratas. Una mano amiga lo rescató de un basurero en
la Casa Presidencial que acababan de abandonar los Tinoco cuando dejaron el poder y huyeron alextranjero.
Me conmoví profundamente cuando encontré estos originales. Me pareció ver las manos de mi
vieja tía –adoloridas y deformadas por el reumatismo– haciendo el rollo con todo cuidado y luegoatándolo con aquella cinta desteñida por el tiempo. La pobreza apenas le permitió aprender a leer,
pero quería el esfuerzo que yo había realizado. Besé el recuerdo de esas queridas manos que en vida
tantobien me hicieran y que ahora andan entre el polvo de la tierra. Con el manuscrito en el regazo
desempolvé memorias muy lejanas frente al antiguo cofre. En el interior de la tapa se verán restos
defigurines; modas pasadas, mangas de jamón, largas faldas y damas con cintura de avispa y
enormes sombreros adornados con plumas. Hay un cromo desteñido: es una linda señorita vestida
de rojo, con sumiriñaque y su pequeña sombrilla que apenas le protege la rubia cabellera. Cuando
yo era chiquilla, los hombres llevaban en el forro de sus sombreros de pita, cromos como el
que encuentro pegado enla tapa del baúl. Hoy las niñas tapizan las puertas de su armario con
fotografías de estrellas de cine.
Desato el rollo de cuartillas. Son de diferentes tamaños y de diferentes clases de papel....
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