proyecto de manualidades
1. Prelectura del texto.
2. Indique qué tipo de lectura empleó para este texto.
3. Lectura del texto.
4. Poslectura del texto.
La violencia ylas patrañas
El otro día me llamaron de un programa radiofónico para preguntarme por un tema de moda: la violencia juvenil. “¿Por qué son violentos los jóvenes actuales?”, inquirió el conductor de la emisión, que pareció desconcertarse con mi respuesta: “¿Y por qué no iban a serlo? ¿No lo fueron también sus padres, sus abuelos y sus tatarabuelos?”. Naturalmente ni antes ni ahora todoslos jóvenes son violentos, pero en cualquier época lo han sido en suficiente número como para preocupar a la sociedad en la que vivían. Después de todo, para ser amenazadoramente violento hay en primer lugar que poder permitirse físicamente serlo y los jóvenes están en mejores condiciones a ese respecto que los veteranos del Inserso. Por eso la mayoría de las comunidades, primitivas o modernas, handesconfiado de la musculosa intransigencia juvenil y han procurado disciplinarla canalizándola hacia empleos socialmente rentables como la caza, la guerra, el deporte o el consumo de vehículos ultrarrápidos de motor. Lo escandaloso no es realmente la violencia juvenil, posibilidad que en el fondo siempre se da por descontada y con la que muchos adultos cuentan para llevar a cabo proyectos amenudo poco edificantes, sino su ejercicio incontrolado o adverso a intereses aceptados como mayoritarios. Es entonces cuando se recurre al lamento y se buscan responsables sociales, entre los que nunca se olvida mencionar a la televisión y a los educadores. Veamos hasta qué punto con razón.
En un reciente congreso sobre esta cuestión celebrado en Valencia, en el que participaron biólogos,sociólogos, políticos y tutti quanti, un experto americano se descolgó con la noticia de que si los adolescentes redujesen drásticamente su dosis cotidiana de televisión habría anualmente en USA cuarenta mil asesinatos y setenta mil violaciones menos (o al revés, da igual, después de todo se trata de una simple fantasía del buen hombre). Naturalmente, éste es el tipo de majadería seudocientífica que seconvierte en un titular de prensa muy goloso y que luego es repetido por gente crédula precedido de la cantinela habitual: “Está demostrado que...”. La reverencia por la televisión es tan grande que no hay efecto mágico- que no estemos dispuestos a reconocerle. Lo mismo podríamos decir que la violencia televisiva tiene efectos catárticos y disuasorios sobre muchos, de modo que verla cinco horas aldía desde la más tierna infancia ahorra por ejemplo veintisiete mil crímenes y treinta mil estupros anuales. No es extraño que en el clima amedrentado que fomentan estas declaraciones, crezcan proyectos de censura audiovisual como el esbozado por el Gobierno en una especie de borrador de ley que se filtró en los medios de comunicación hace poco.
No voy a decir que la sobredosis de truculenciaagresiva en la televisión sea inocua, ni siquiera la proliferación de simple estupidez en los programas de mayor audiencia. Tanto ahínco en la memez y la bajeza no constituye un buen síntoma. Pero ni los del GIA argelino, ni los talibanes, ni los jarraitxus, ni los neonazis, ni los que trafican con niños y luego los asesinan, necesitan muchas horas de televisión para aprender su barbarie. Lasfantasías violentas pueblan nuestros juegos y nuestros sueños desde la infancia: lo grave es no saber cómo distinguirlas de la realidad y desconocer las razones civilizadas por las que debemos evitar ponerlas en práctica. Combatir la imaginación agresiva no resuelve el problema, porque ya sabemos, al menos desde Platón, que lo que distingue al justo del bruto no es la pureza de su fantasía, sino...
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