PROYECTO
DIANA PATRICIA RAMÍREZ CASTRO
NANCY ROCÍO TAPIAS TORRADO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
DEPARTAMENTO DE DERECHO PENAL
BOGOTÁ, D.C.
2000
DERECHOS HUMANOS EN LAS CÁRCELES COLOMBIANAS
DIANA PATRICIA RAMÍREZ CASTRO
NANCY ROCÍO TAPIAS TORRADO
Trabajo de grado para optar al título de
Abogado
DirectorNÓDIER AGUDELO BETANCUR
Abogado
Co-director
REINALDO BOTERO BEDOYA
Abogado
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
DEPARTAMENTO DE DERECHO PENAL
BOGOTÁ, D.C.
2000
Nota de aceptación
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Presidente del Jurado_________________________________
Jurado
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Jurado
Bogotá, octubre de 2000
A todos los presos que padecen la miseria de las
cárceles colombianas, creyendo que algún día
su situación mejorará, y a las víctimas que no
esperan encontrar en la venganza su felicidad.
Las autoras expresan sus agradecimientos a:
-
Nódier Agudelo Betancur y ReinaldoBotero Bedoya, por sus orientaciones y consejos,
y especialmente por ser un modelo de vida en lo personal y en lo profesional.
-
nuestras familias, por su paciencia e incondicional apoyo.
-
los miembros del Voluntariado Penitenciario, por reconocer en los presos seres
humanos, tan humanos como ellos y por creer en esta forma de ver el derecho y la
vida.
-
los presos que sirvieronde inspiración para nuestro trabajo.
-
Antonio Beristain y Julio Andrés Sampedro, por habernos iluminado con sus frases,
teorías y vivencias.
-
todos aquellos que de una u otra manera colaboraron en la realización de este trabajo.
INTRODUCCIÓN
Escribir sobre los derechos humanos en las cárceles colombianas no resulta ser tan fácil
como podría creerse. Cuando un ladrón, pordespojar a alguien de un poco de dinero, lo
asesina sin pensarlo y de cualquier manera, desatando toda una tragedia familiar
profunda y cambiando el rumbo de otras vidas que, finalmente, terminan por perder toda
esperanza e ilusión, no sólo dan ganas de que las condiciones carcelarias continúen
igual, sino que el rigor y la arbitrariedad de la pena sean agravados. El saber que una
vida ha sidotruncada por aquellos que se creen con el derecho de elegir quién puede o
no vivir, asumiendo el papel de un supuesto “
dios” que puede decidir entre matar y/o
robar, conduce a muchos a reconocer en la venganza un sistema aceptable, e incluso
deseable, de penar.
No se trata de un caso aislado.
Son múltiples y en Bogotá, al igual que en otras
ciudades de nuestro país, abundan. El altoíndice de criminalidad en Colombia está
reventado y los colombianos, desesperanzados y desesperados, hemos aprendido a
convivir con esta situación: las masacres, el secuestro, los desaparecidos, la
delincuencia común, las atrocidades, en fin, todos los atropellos contra los colombianos
y la endeble posibilidad de obtener una “justicia justa” de cualquier manera o en
cualquier situación, no dejamás que un panorama desolador de constante zozobra,
incertidumbre y miseria.
Pero, ¿qué más se podría esperar en un país donde la injusticia no sólo se siente sino
que se vive todos los días, a cada momento y en todo lugar? No es casualidad que en
nuestro país haya más de 30.000 muertos cada año por causas violentas, sino el
resultado necesario de una situación social crítica, ante la cualel dolor de las víctimas
no puede seguir siendo el argumento del Estado para modificar el sistema penal y la
intensidad de las penas; no es posible que bajo la miseria se siga escondiendo la
ineptitud del Estado, la corrupción y, en la mayoría de los casos, la intransigencia e
ineficiencia de sus funcionarios.
Que un delincuente, como aquél que asesina brutalmente a su víctima,...
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