Proyecto
La muchedumbre va aumentando a medida que los días pasan. Hay hombres, mujeres, ancianos, niños, ricos, pobres. Sigue estando la pareja Esteban-Hermas, aunque todavía no hayan sidoagregados y unidos a los discípulos antiguos capitaneados por Isaac. Está también presente la nueva pareja, constituida ayer, la del anciano y la mujer; están muy adelante, cerca de su Consolador; su aspecto es mucho más relajado que el de ayer. El anciano, como buscando recuperar los muchos meses o años de abandono por parte de su hija, ha puesto su mano rugosa en las rodillas de la mujer, y ella sela acaricia por esa necesidad innata de la mujer, moralmente sana, de ser maternal.
Jesús pasa al lado de ellos para subir al rústico púlpito; al pasar acaricia la cabeza del anciano, el cual mira a Jesús como si lo viera ya como Dios.Pedro dice algo a Jesús, que le hace un gesto como diciendo: “No importa”. No entiendo de todas formas lo que dice el apóstol; eso sí, se queda cerca de Jesús; luegose le unen Judas Tadeo y Mateo. Los otros se pierden entre la multitud.-¡La paz sea con todos vosotros!Ayer he hablado de la oración, del juramento, del ayuno. Hoy quiero instruiros acerca de otras perfecciones, que son también oración, confianza, sinceridad, amor, religión.La primera de que voy a hablar es el justo uso de las riqueza; que se transforman, por la buena voluntad del siervo fiel, encorrelativos tesoros en el Cielo. Los tesoros de la tierra no perduran; los de Cielo son eternos. ¿Amáis vuestros bienes? ¿Os da pena morir porque tendréis que dejarlos y no podréis ya dedicaros a ellos? ¡Pues, transferidlos al Cielo! Diréis: “En el Cielo no entran las cosas de la tierra. Tú mismo enseñas que el dinero es la más inmunda de estas cosas. ¿Cómo podremos transferirlo al Cielo?”. No.No podéis llevar las monedas, siendo -como son -materiales, al Reino en que todo es espíritu; lo que sí podéis llevar es el fruto de las monedas.Cuando dais a un banquero vuestro oro, ¿para qué lo dais? Para que lo haga producir, ¿no? Ciertamente no os priváis de él, aunque sea momentáneamente, para que os lo devuelva tal cual: queréis que de diez talentos os devuelva diez más uno, o más; entoncesos sentís satisfechos y elogiáis al banquero. En caso contrario, decís: “Será honrado, pero es un inepto”. Y si se da el caso de que, en vez de los diez más uno, os devuelve nueve diciendo: “He perdido el resto”, lo denunciáis y lo mandáis a la cárcel. ¿Qué es el fruto del dinero? ¿Siembra, acaso, el banquero vuestros denarios y los riega para que crezcan? No. El fruto se produce por una sagaznegociación, de modo que, mediante hipotecas y préstamos a interés, el dinero se incrementa en el beneficio justamente requerido por el favor del oro prestado. ¿No es así?Pues bien, escuchad: Dios os da las riquezas terrenas -a quiénes muchas, a quién apenas las que necesita para vivir -y os dice: “Ahora te toca a ti. Yo te las he dado. Haz de estos medios un fin como mi amor desea para tu bien. Telas confío, pero no para que te perjudiques con ellas. Por la estima en que te tengo, por reconocimiento hacia mis dones, haz producir a tus bienes para esta verdadera Patria” 0s voy a explicar el método para alcanzar este fin.No deseéis acumular en la Tierra vuestros tesoros, viviendo para ellos, siendo crueles por ellos; que no os maldigan el prójimo y Dios a causa de ellos. No merece la pena.Aquí abajo están siempre inseguros. Los ladrones pueden siempre robaros; el fuego puede destruir las casas; las enfermedades de las plantas o del ganado, exterminaros los rebaños, destruiros los pomares. ¡Cuántos peligros se cela contra vuestros bienes! Ya sean estables y estén protegidos, como las cosas o el oro; ya estén sujetos a sufrir lesión en su naturaleza, como todo cuanto vive, como son...
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