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Varias generaciones de gente quevive en México, o en algunas partes de los Estados Unidos,no puede dejar de relacionar el disfrute de las paletas (esos bloques congelados de sabores que hacen sonreír a chicos y grandes en plenocalor), con elnombre de La Michoacana. Por lo menos desde 1930, en las principales ciudades del país, las paletas vinieron a ser una de las delicias preferidas de los niñosal salir de la escuela.Después de 1940, varios migrantes que habían salido del pequeño pueblo de Tocumbo, en el norte de Michoacán, hacia las grandesciudades, empezaron a utilizar el nombre de La Michoacana en sus paleterías.Con el paso del tiempo, los paleteros de Tocumbo crearon un emporio basado en redesfamiliares y de compadrazgo que se extendió por todo el país. La historia de estos paleteros es lo que cuenta ellibro de Martín González de la Vara,ilustrado con hermosas fotografías que hablan, silenciosa pero elocuentemente, de ese fugaz placer que es llevar a la boca ese hielo de sabores que se derrite..
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