prueva
(Fragmento)
Afuera, un hombre que caminaba por el borde del camino cruzó hacia el lado opuesto y se aproximó al camión. Anduvo lentamente hasta colocarse frente a él, posó sumano en el reluciente parachoques y su vista se clavó en un letrero, pegado al parabrisas, que decía: “No se lleva a nadie.” Por un momento pareció dispuesto a seguir caminando, pero se sentó juntoal estribo. No tendría más de treinta años. Sus ojos eran de color pardo muy oscuro, y en las pupilas se notaba un leve pigmento como de café. Los pómulos eran salientes y separados, y profundasarrugas surcaban sus mejillas, prolongándose hasta las comisuras de los labios. El superior era alargado, y como su dentadura era algo saliente, los labios se estiraban para taparla, pues el hombre losmantenía fruncidos. Sus manos eran secas, de dedos anchos y uñas tan gruesas y arrugadas como conchas de ostras. El espacio entre el pulgar y el índice y las palmas de sus manos brillaban encallecidos.Las ropas del hombre eran nuevas…, todas, nuevas y baratas. Su gorra, gris, era tan nueva que la visera estaba tiesa todavía y conservaba el broche; no estaba deforme ni manchada como lo estaríacuando hubiese servido algún tiempo para todos los usos de una gorra: morral, toalla, pañuelo… Su traje era de tela gris, tosca y barata, y tan nuevo que los pantalones conservaban la raya. Su camisa, decambray azul, no había sido lavada, y se notaba tiesa. La chaqueta era demasiado ancha, los pantalones muy cortos, pues era un hombre muy alto. Las hombreras le caían sobre los brazos, y aún así lasmangas le quedan muy cortas y la delantera le colgaba flojamente sobre el estómago. Llevaba un par de zapatos nuevos, de color amarillo, del tipo militar, claveteados y con una especie de herraduras enlos tacones para evitar su desgaste. El hombre se sentó en el borde del camino, se quitó la gorra y se enjugó la cara con ella. Luego volvió a ponérsela, y al hundírsela sobre la las cejas inició la...
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