Psicólogo
Luis Arturo Figuera
La lluvia complicó la llegada, ni siquiera el cansancio se había notado cuando delante de mi estaba la subida al Manicomio, era el inicio de lanoche, muchas expectativas se arremolinaban, todas a la vez, como venían saliendo se irían cumpliendo. La cola “para subir” era prolongada, tal como se me presentaba la asumiría. “Quedan tres parado”, esainstrucción me alertaba de lo que haría, me iría en esa buseta de pie. Casi con la mitad del cuerpo afuera, agarrado a una parte de la puerta, inicié mi ascenso a Barrio Obrero, “Me deja en la BombaFalcón, por favor”. Me bajé de la buseta e inicié mi encuentro con Ángela. Ya habían transcurrido cinco horas desde que partí de San Carlos. ¿Buenas tardes, señora no compran oro?. Allí estaba ella,rodeada de su familia y sentí que había llegado en el momento oportuno. Estaban en pleno preparativos para le despedida de los internacionalistas, la que se cumplió después, por todo lo alto, en la queparticipé, más allá de lo que mis expectativas iniciales indicaban.
El jueves fue una día intenso, desde todo punto de vista, el que culminó en consonancia con lo figurado, quizás más allá de loesperado. El viernes, día de regreso, desde la media noche se presagiaba turbulencia conductual, afectivo y emocional. De pronto, el intenso “lumbago”, que en mi se había reactivado, me condujo atomarme, nuevamente “una de esas pepas” que producían fuerte descompensación, incluso a mí, que decir en Ángela que la hacían sentir “como la propia muerte”. Decidido irnos el sábado, con la preocupación porla plata de Arturo Luís, buscar las pastillas que sustituyen a “las pepas esas”, me condujeron al Banco de Venezuela y a la intensa densidad poblacional que, durante todo el día, presenta la Av.Sucre. Buseta abajo, ya en Agua Salud, pensando en que haría primero, se presenta ante mi una Buseta que va a la Plaza Catia, sin pensarlo, le saqué la mano y la abordé. Allí comenzó todo lo que en este...
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