psicoanalisis y vejez
ROSA LÓPEZ
En el verano de 1913, Sigmund Freud paseaba por una florida campiña de los Dolomitas en compañía de Lou Andrea Salome y del poeta Raine Maria Rilke. La contemplación del esplendor que les ofrecía la naturaleza, derivó en una serie de reflexiones acerca de lo “perecedero” de las cosas del mundo (1); pues todo lo bello y noble queencontramos tanto en la naturaleza como en el hombre, está inevitablemente condenado a perecer.
Frente a esta condición absoluta, de la que nada ni nadie está excluido, pueden originarse dos modos fundamentales de reacción psíquica: aquellos que como a Rilke, les conduce “al amargo hastío del mundo” no pudiendo disfrutar de lo que de antemano saben perecedero, o aquellos otros que “se revelancontra esa pretendida fatalidad”, no queriendo admitir que todo lo bello y valioso de nuestro mundo esté comprometido a desaparecer en la nada. En ambos casos, la condición de caducidad, implica para el sujeto, su desvalorización, y en consecuencia le impide gozar de lo que se le ofrece.
Frente a estas dos posiciones, Freud se sitúa en una tercera, pues de ninguna manera niega la generalidad de loperecedero, pero tampoco concluye por eso en un pesimismo desvalorizante del mundo. Por el contrario, trata de convencer a sus acompañantes de que “la cualidad de lo perecedero comporta un valor de rareza en el tiempo que lo torna por ello mismo más precioso”. Sin embargo, Freud fracasa en sus intentos pues no consigue, de ninguna forma, variar en los otros su opinión inicial, con lo que concluye quedebía estar enfrentándose a un poderoso factor afectivo que enturbiaba, en sus amigos, la claridad de su juicio. Se trata, nos dice, del dolor del sujeto frente a la pérdida. Freud seguirá madurando esta idea, y precisamente un año más tarde, nos ofrece su trabajo princeps sobre el tema: Duelo y Melancolía.
Por otra parte, este fecundo paseo por el bosque tuvo lugar en el verano que precedió ala primera guerra mundial, que como sabemos aniquiló todo lo que fue encontrado a su paso, mostrando así cómo la acción del hombre redobla el carácter perecedero inscrito en la naturaleza.
El psicoanálisis demuestra entonces, que el ser humano enferma por no poder aceptar la pérdida, cualquiera que sea la forma que esta tome en cada caso. En este sentido, la depresión puede considerarse como unpadecimiento ligado a la perdida.
A su vez, en el curso de la vida, el sujeto está expuesto a ciertas pérdidas contingentes, pero es especialmente en la etapa de la vejez cuando se produce un cúmulo de pérdidas que ya no pueden ser consideradas como una contingencia, sino que tienen un carácter estructural o irremediable. Comenzando por la pérdida de la belleza corporal.
Depresión y vejezencuentran, por tanto, una vinculación en relación a la condición de la perecedero y al efecto que esta tiene en el sujeto.
A titulo de ilustración comentaré el caso de una mujer de 62 años, quien después de haber resistido a una infancia trágica y a un matrimonio desgraciado, sucumbe a una depresión en el inicio de su vejez que se produce en las siguientes coordenadas.: la jubilación anticipada, elcasamiento de su hijo y finalmente la asistencia, por primera vez en su vida, a un balneario en el que descubre, para su sorpresa, que hay otros modos de vivir. Esta mujer, para quien la lucha por la supervivencia de su familia, en las condiciones más adversas, había otorgado un sentido a su vida, ve derrumbarse su posición en el mundo precisamente cuando los problema reales han cesado, y en buenalógica podría, por fin, comenzar a disfrutar.
Sin embargo, siente que ha perdido la orientación, que su papel de soporte económico de la familia y de madre, no tiene ya donde ser ejercitado, y que aquello por lo que tanto había luchadoha sido conseguido. Todo lo cual la lleva a experimentar una sensación de vacío y de sin sentido en la vida.
Para Lacan el sentido de la Historia consiste en...
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