Psicoanalisis

Una de las dificultades del psicoanálisis∗
Sigmund Freud
(1917)

Diré de entrada que no me refiero a una dificultad intelectual, a
algo que haga dificil al oyente o al lector comprender el
psicoanálisis, sino a una dificultad afectiva: algo que enajena
los s entimientos d e q uienes e ntran e n c ontacto c on e l
psicoanálisis, de modo que se hacen menos inclinados a creer o
interesarseen él.
Supongo que mis lectores actuales no están todavía
familiarizados con este tema y por tanto iré hacia atrás. A partir
de un gran número de observaciones e impresiones individuales,
algo así como una teoría ha sido finalmente formada en el
psicoanálisis, y se le conoce como la ‘teoría de la líbido’. Como
es sabido, el psicoanálisis se interesa en la explicación y la cura
de lo quesuele llamarse desórdenes nerviosos. Un punto de
partida debía encontrarse para abordar el problema y se decidió
observar la vida de los instintos en la mente. Las hipótesis sobre
los instintos del ser humano vinieron a ser la base de nuestro
concepto de las enfermedades nerviosas.
La psicología que se enseña en las escuelas ofrece
respuestas muy inadecuadas a las interrogantes sobre nuestravida mental, pero en ningún sentido su información es tan pobre
como en la cuestión de los instintos.

∗

Publicado originalmente en húngaro en Nyugat, 1917, y después en Imago, 1917.

Debemos hacer el recorrido a nuestro modo. La visión
popular distingue entre hambre y amor, y ve ambos como los
representantes de los instintos dirigidos, respectivamente, a la
autoconservación y a l a reproducción d e l a e specie.
Reconocemos que es una distinción muy evidente, de manera
que en psicoanálisis también postulamos una visión similar, de
los instintos de autoconservación y del ego, por un lado, y los
instintos sexuales por otro lado. Llamamos ‘líbido’ —hambre
sexual— a esa fuerza con que la mente se representa el instinto
sexual, y la vemos análoga a la fuerza del hambre, o ala
voluntad del poder y otras corrientes que existen entre las
tendencias del ego.
Con e ste p unto d e p artida h emos h echo n uestro
descubrimiento más importante. Hemos visto que cuando
intentamos comprender los desórdenes neuróticos, el más
significativo se refiere, por mucho, a los instintos sexuales; en
efecto, las neurosis son los desórdenes específicos, por así decir,
de la funciónsexual; en general, que una persona desarrolle o
no una neurosis depende de la fuerza de su líbido y de la
posibilidad de gratificarla y descargarla mediante gratificación;
la forma que tome la enfermedad está determinada por el paso
que, en su desarrollo, toma la función sexual de la persona, o,
como decimos, por las fijaciones que ha experimentado su
líbido en el curso de su desarrollo;y, más aún, mediante una
técnica especial y nada simple para influenciar la mente somos
capaces de echar luz sobre la naturaleza de muchos grupos de
neurosis y a la vez resolverlas. El mayor éxito de nuestros
esfuerzos terapéuticos ha sido respecto a cierta clase de neurosis
que procede de un conflicto entre los instintos del ego y los
instintos sexuales. Pues en los seres humanos puedeocurrir que
las exigencias de los instintos sexuales, los cuales por supuesto
se extienden mucho más allá del individuo, se le aparezcan al
ego como un peligro que amenaza su autoconservación o su
2

autoestima. El ego entonces se pone a la defensiva, niega a los
instintos sexuales la satisfacción que ellos exigen, y los fuerza a
tomar rutas marginales de gratificación sustitutiva que luegomanifiestan los síntomas de una neurosis.
Así pues el método de tratamiento psicoanalítico puede
someter a revisión este proceso de represión y darle al conflicto
una solución mejor, compatible con la salud. Opositores que no
comprenden el asunto nos acusan de estar prejuiciados y de
sobrestimar los instintos sexuales: ‘Los seres humanos tienen
otros intereses además de las cuestiones...