Psicoanalisis
Su paciente es una persona neurótica, alguien que siente un fastidio más o menos doloroso y antiguo, alguien que experimenta un malestar psíquico (compulsiones, repeticiones), daños, en fin, en los que él mismo es víctima y victimario. El enfermo deFreud es un tipo adinerado, con recursos suficientes para pagarse un tratamiento inevitablemente largo, de varios años, un tratamiento que suele obligarle a acudir tres o cuatro veces a la consulta del terapeuta. El paciente de Freud es un sujeto aceptablemente culto y activo, dueño de un significante expansivo, capaz de elaborar un discurso que vuelca en sesiones de cincuenta minutos, undiscurso que, sin embargo, no suele ser lógico. Más aún, el parloteo del analizado tiende a la dispersión, al desorden expositivo. Es allí, en la consulta, en donde el neurótico se tumba en un diván tomando al analista como interlocutor. El terapeuta es, sin embargo, alguien silencioso, casi mudo, alejado del campo de visión del analizado, alguien que anota, que sólo interviene excepcionalmente y delque, en general, no se sabe gran cosa, una especie de esfinge invisible, una suerte de depósito vacío al que el paciente transfiere sus horrores con una cháchara inconexa.
¿Y para qué sirve esa locuacidad dañada? ¿De qué habla el neurótico? Se expresa sin seguir un método narrativo, aquel que establece un planteamiento, un nudo y un desenlace; se expresa dejándose llevar por una asociaciónlibre en la que al dolor se añade la euforia, en la que a la melancolía se unen rencores, incluso sentimientos homicidas, en la que a lo presente se adhiere lo pasado, hasta lo remoto, lo infantil, lo más alejado. De lo que se trata es de que el analizado verbalice sus compulsiones, sus síntomas, sus sueños, sus miedos, sus fantasmas, un mundo interior que pugna por salir y que, en estado de reposo,emerge casi sin censura, sin represión. Aquello que aflora procede, en expresión de Freud, del inconsciente, una especie de depósito interno, propio de la estructura psíquica y en el que se albergarían las pulsiones de cada uno, neurótico o no. En lenguaje psicoanalítico, las pulsiones son fuerzas psicofísicas, la energía primaria que nos mueve, la principal de las cuales sería la satisfacción denuestros instintos más primitivos, el placer, la pura delectación, la libido corporal.
Cuando nacimos, éramos cuerpos en demanda de ser preservados y satisfechos, organismos dependientes, individuos que tardan en distinguirse, en valerse, infantes que se confunden con la progenitora, que se identifican con esa fuente nutricia y protectora que es la madre. Crecer, dice Freud, es alejarse de eseparaíso maternal, es distanciarse de ese confuso magma infantil, tutelados, reprimidos básicamente por el padre, representante de la sociedad, de la ley, un padre al que se vive como un rival en las solicitaciones carnales de la madre. Crecer, insiste Freud, es aprender a tolerar la frustración (ni el mundo ni la madre están sólo a nuestro servicio). Socializarse, pues, entraña una represión de...
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