Psicología educacional

 Hablar de nuevos contextos de escolarización implica hacerlo en dos sentidos: por un lado la nueva identidad relativa a la infancia, un nuevo niño, una nueva subjetividad que surge como consecuencia de la radical transformación del lazo social, producto de la caída del espíritu moderno. Las subjetividades en general, no sólo la del niño, es6tán siendo reformuladas desde ámbitos diversos. Laactual transformación de la infancia constituye, pues, una cuestión central a ser analizada por la escuela.
Centrar nuestra mirada en la infancia de hoy, una infancia que se escribe en plural “infancias”, da cuenta de las múltiples realidades en las que se inscribe su constitución. La formulación en plural de infancias demarca rasgos de nuestro campo que se corresponde con la emergencia denuevas identidades que habitan nuestras aulas y que nos plantean preguntas y desafíos que exceden nuestras experiencias y marcos formativos, que nos obligan a rediseñar nuestra tarea, reubicar los límites de nuestras posibilidades de intervención.
El plural reescribe la pregunta por la educación ¿a quién, cómo y para qué educamos?¿qué transmitir?¿qué prometer? ¿qué articular?. Del propiocampo de la Psicología están cobrando renombre los modelos contextualistas o situacionales, muchos de ellos de inspiración vigotskiana. La novedad relativa de estas perspectivas descansa en el reconocimiento de la necesidad de apelar a un nuevo juego de metáforas para comprender los procesos de desarrollo y constitución subjetiva, a través de otras unidades de análisis.
Las versiones másprofundas de crítica a los modelos conductistas, cognitivistas o constructivistas centradas en el sujeto, más allá de sus diferencias, entienden que la unidad de análisis adecuada para comprender los procesos de desarrollo y aprendizaje actuales, debe desplazarse del sujeto a la situación en la que éste se constituye y desarrolla. Llegados a este punto volvemos a revisar el lugar del sujeto en lasdistintas teorías del aprendizaje y del desarrollo. Y desde allí analizar este nuevo enfoque que plantea una nueva propuesta pedagógica que atienda las diferencias a partir de aceptar que: - todos los niños no llegan a la escuela en las mismas condiciones; y , todos los niños no reciben lo mismo de ella o al menos no lo reciben de la misma manera porque las condiciones de partida ya no son las mismas.Esta posición nos lleva a reconocer los presupuestos de la cultura escolar “el alumno que la escuela espera”; para objetivarlos y poder plantear una propuesta superadora que atienda a la diversidad de culturas que en ella habita. Es importante reconocer que para algunos niños la escuela es una prolongación de la educación familiar: les ofrece libros, papeles, lápices, formas de expresiónlingüística, hábitos que les son conocidos: orden, disciplina, lectura y escritura. Pero, para otros representa un corte abrupto y, a veces, hasta contrapuestos.
La cultura escolar presupone grupos homogéneos, y al aflorar la diversidad, interpreta las diferencias entre los niños como “deficiencias”, y transforma la diversidad en patologías. El educador no es un elemento neutro en relación aestos supuestos de la cultura escolar, al contrario es él quien propone las experiencias didácticas que pueden adecuarse o no a las posibilidades de aprender de los alumnos, que promuevan sus aprendizajes o por el contrario los obstaculice. Tampoco es neutro afectivamente, tiene sus gustos, expectativas, deseos, motivaciones, representaciones y sus actitudes que inciden sobre el proceso y susresultados. El éxito o fracaso de los alumnos depende entre otras cosas de la adecuación o no a la representación mental del “alumno ideal” que los docentes tienen respecto de sus alumnos.
Esto ha llevado en muchas ocasiones a poner “bajo sospecha”(1) la educabilidad de los niños, especialmente de los sectores populares. Y ha dado lugar a diferentes posiciones al respecto. Néstor López (2004)...