Psicología Libros
Hugo Liaño
Profesor y Jefe de Servicio de Neurología
Universidad Autónoma. Hospital Universitario Puerta de Hierro
Madrid
Introducción: Es una obviedadque hay diferencias formales y visibles entre el
animal humano femenino y masculino. Entonces ¿por qué nos causa una cierta sorpresa
que existan diferencias en las conductas de ellas y de ellos? Y,si tales comportamientos
tienen su sustrato formal y funcional en el cerebro ¿qué cosa más normal que haya
algunas diferencias morfo-funcionales entre los cerebros de hembras y de machos? Lassemejanzas entre hombres y mujeres son casi la norma; pero, con ser pequeñas, las
diferencias son esenciales para los individuos y para las especies. ¡Qué absurda e irreal
es esa generalización dela igualdad absoluta entre hombres y mujeres, desde los
derechos, innegables, hasta las capacidades, imposibles, de la que hacen bandera
algunos fanáticos! Pues diferencias las hay y se denominansexo-diferencias.
A veces se produce un desenfoque al hablar de este tema por falta de objetividad
debida a una deformación profesional del discusor. Las sexo-diferencias son para
algunospsicólogos y sociólogos el fruto de la cultura y de los roles; las mismas son
pura y dura hormona para ciertos endocrinólogos; consecuencias de un evolucionismo,
bastante lamarquiano, por cierto, paraalgún antropólogo; trasunto de la observación de
otras especies, sin más, para no pocos biólogos dedicados a la experimentación animal.
De todo hay, pero en sus debidas proporciones.
A menudo dosprejuicios perturban la claridad de este asunto. Uno es aquel
según el cual la masculinidad y la feminidad son los extremos de un continuum bipolar.
La verdad está en que lo femenino o lomasculino son cualidades semi-independientes y
los sujetos que las poseen tienen, respectivamente, feminidad o masculinidad, sin que
una de las dos tenga que aparecer por disminución de la otra. No...
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