Psicología
Cuando era chico, nos fuimos a vivir a un pueblo que se llamaba San Luis. Como mi papá no tenía mucho dinero, rentó una casa muy barata en un barrio humilde. Eldía que nos mudamos a esa casa, la encontramos oscura y maloliente, llena de trebejos, muebles desvencijados, con moho en las paredes y repleta de cuanto bicho no te imaginas: cucarachas, ratas,arañas, alacranes, gusanos que me llenaron de horror. Mi madre nos dijo que teníamos que dormir ahí, así que más nos valía empezar a limpiar aunque fuera un cuarto, para que tuviéramos un rincón decentedónde quedarnos.
Los días siguientes sucedieron entre el trajín de la limpieza y de deshacernos de tanta cosa que alguien abandonó en ese lugar. Parecía que los últimos inquilinos se hubieran idode prisa, porque había ropa, trastes y otros enseres todavía útiles. De hecho, había restos de comida y la mesa puesta, como si estuvieran cenando cuando abandonaron aquel lugar, que a mi y a mihermano nos provocaba escalofríos y ganas de estar pegados uno con otro para no quedarnos solos.
Una semana después, el aspecto de la casa era totalmente diferente, pues lucía limpia y ordenada;pero había algo que el detergente y el cloro no lograron quitar: la permanente sensación de malestar que nos invadía y se nos metía debajo de la piel, instalándose en nuestro estómago. Yo no tenía ganasde comer, no podía dormir en la noche y prefería meterme en la cama de mi hermano, que no se quejaba, porque los dos nos sentíamos terriblemente atemorizados.
Una tarde, estábamos mi hermano,mi madre y yo en la sala, viendo la televisión. Mi madre estaba tejiendo cuando súbitamente, por el rabillo del ojo vio hacia el corredor que daba a las habitaciones y dio un grito de espanto aladvertir una sombra que cruzó fugazmente. El grito nos hizo brincar de nuestro asiento, yo sentí que la sangre se me helaba y que alguien me jalaba de los pelos.
- ¿Qué pasó?, ¿por qué gritaste así?-...
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