Psicologa



Introducción


El psicoanálisis, el feminismo y el postmodernismo coinciden en presentar como escencia de sus teorizaciones una crítica radical a las pretensiones de verdad absoluta de las teorías científicas o filosóficas. Se presentan como modos transicionales y alternativos de pensamiento, posibles ynecesarios en el mundo occidental contemporáneo donde prevalecen el cambio, la incertidumbre, la ambivalencia y la falta de puntos de referencia seguros.
Estos modos de pensamiento son emergentes de la época en la surgen y ponen de manifiesto una respuesta a los síntomas de la cultura y de su malestar y, al mismo tiempo, son instrumentos parciales, necesariamente imperfectos, para comprenderla,especialmente en sus facetas más problemáticas: cómo se entiende y se constituye el sujeto, el sistema de géneros, el cambio cultural …. etc.
El malestar que Freud consideraba inherente a la cultura ha tomado formas sorprendentes en las transformaciones sociales contemporáneas. Hablamos de globalización, pérdida de ideologías, riesgosos efectos de los avances científicos tecnológicos, nuevas formas deesclavitud, la prevalecencia cada vez mas marcada de alternativas teocráticas fanáticas, dogmatismos, estados absolutistas que se ofrecen como única respuesta posible al caso, o bien un relativismo moral paralizante que conduce al nihilismo.
Podríamos seguir enumerando formas actuales del malestar en la cultura, pero cabe mejor fijar nuestro interés en perspectivas teóricas que cuestionen lasdiversas formas del esencialismo, la fijación de significados que se pretendan imponer como representantes de lo Real o de la Verdad, desconociendo su construcción cultural en contextos históricos, sociales y lingüísticos.
Desde este lugar me propongo realizar un abordaje del feminismo y las relaciones de género.

Psicoanálisisy Feminidad
Desde la perspectiva psicoanalítica la feminidad es una problemática, en tanto no puede inscribirse culturalmente si no es al precio de un malestar generador de síntomas: además de ser el lugar de sus propios síntomas, la mujer misma revela ser un síntoma de la cultura (Assoun, 1983)1.
La estructuración de lo femenino y lo masculino se sostiene en la pura diferencia de carácterimaginario y la cultura encarna esa diferencia en el cuerpo de la mujer, que se convierte en su signo. La teoría psicoanalítica reproduce, en cierto modo, ese gesto de la cultura al hacer de la sexualidad femenina el centro del enigma, que es el enigma de la diferencia entre los sexos. Tanto la masculinidad como la feminidad resultan de una operación simbólica de división, que crea lugares vacíos alos que se le adscriben caracteres o rasgos contingentes, históricos, en tanto esa marca simbólica, al inscribirse en los cuerpos, produce efectos imaginarios. Sin embargo, tales lugares no se presentan efectivamente como vacíos y su contenido no es exclusivamente imaginario.
Esto se explica en tanto los significantes que, en juego de oposiciones, crean la diferencia, no aparecen como significantespuros, descarnados, carentes de toda referencia, sino que producen efectos de significación que asignan una cierta identidad a esos lugares. Si bien tal identidad es lábil e inestable, supone, en cierta medida, un cierre: cada uno ya no podrá pasar libremente de un lugar a otro, ni será fácil sustituir, por un acto de voluntad, unos emblemas o rasgos por otros. Sucede lo mismo que con el signosaussureano, en el que la relación entre significante y significado es arbitraria pero, una vez que se ha establecido, es difícil modificarla, desbloquear la fijación del sentido. Esta imposibilidad de aislar la dimensión simbólica como tal, en tanto el significante al encarnarse produce efectos en lo real y en lo imaginario, afecta no sólo a la construcción de la feminidad, sino también a sus...