Psicopedagoga
Anna Sewell
Azabache
AZABACHE
Anna Sewell
Azabache
Publicado por Ediciones del Sur. Córdoba. Argentina.
Octubre de 2005.
Distribución gratuita.
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ÍNDICE
I.
II.
III.
IV.
V.
VI.
VII.
VIII.
IX.
X.
XI.
XII.
XIII.
XIV.
Mi primer hogar................................................... 6
El parque Birtwick ............................................. 17
Bravía .................................................................. 27
Patas Alegres ...................................................... 36
James Howard .................................................... 55
En busca del médico ........................................... 70
La separación..................................................... 80
Estropeados y en decadencia .......................... 104
Un ladrón .......................................................... 118
Feria de caballos ............................................... 124
El descanso del domingo ................................. 143
La pobre Bravía ................................................ 160
Un amigo enapuros.......................................... 168
Mi último hogar ................................................ 197
I. MI PRIMER HOGAR
EL PRIMER lugar que recuerdo bien, era un prado vasto y
placentero, con una laguna de agua clara. Algunos árboles proyectaban su sombra sobre esta laguna; en sus profundidades crecían juncos y lirios. Por encima del seto,
desde un costado, podíamoscontemplar un campo arado; desde el otro, la entrada de la casa de nuestro amo,
situada a la vera del camino. En la parte alta del prado
había una plantación de abetos; en la parte baja, un
arroyuelo que corría entre empinadas riberas.
Durante mi juventud, viví de la leche de mi madre, ya
que no podía comer pasto. De día corría a su lado; de noche me tendía cerca de ella. Cuando hacía caloracostumbrábamos descansar junto a la laguna, a la sombra de los
árboles; y cuando hacía frío, nos refugiábamos al calor del
acogedor cobertizo situado cerca de la plantación.
En cuanto crecí lo suficiente como para comer pasto,
mi madre comenzó a salir a trabajar de día para regresar
al anochecer.
Sin incluirme yo, había en aquel prado seis jóvenes
potros. Eran todos mayores que yo, y algunoscasi tan
grandes como caballos adultos. Yo solía correr con ellos y
me divertía en grande. Solíamos galopar todos juntos, alrededor del campo y a toda la velocidad posible. A veces
nuestros juegos eran bruscos, ya que a ellos les gustaba
morder y patear tanto como galopar.
Un día en que las patadas menudearon, mi madre me
llamó con un relincho para decirme:
—Presta atención a lo que voy adecirte... Estos potros
que viven aquí son buenos, pero como son potros de caballos de tiro, es natural que no hayan aprendido muy buenos modales. Tú eres de raza y fuiste bien criado; el nombre de tu padre es famoso en estos parajes, y tu abuelo
ganó dos veces la Copa en las carreras de Newmarket,
mientras tu abuela tenía excelente carácter. En cuanto a
mí, creo que nunca me has visto patear omorder... Espero
que crezcas bueno y amable, y que nunca aprendas malos
modales. Trabaja de buena gana, levanta las patas al trotar y nunca muerdas ni patees, ni siquiera por juego.
Jamás olvidé el consejo de mi madre. Era una yegua
vieja y sabia, muy estimada por nuestro amo, que solía
llamarla «Bonita aunque su nombre era Duquesa.
Nuestro amo era un hombre amable y bondadoso, que
nosproporcionaba sabrosa comida, buen abrigo y palabras cariñosas, y que se dirigía a nosotros con tanta consideración como a sus hijitos. Todos le teníamos afecto y
mi madre lo quería mucho. Cuando lo veía en el portón,
relinchaba de alegría y trotaba a su encuentro. El la
palmeaba y acariciaba, diciéndole:
—¡Ah, mi buena Bonita! ¿Qué tal tu Morenito? Me
llamaba Morenito porque yo era de un...
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