Puerto Mejillones se hunde en el frío, la migración y el olvido

De los pueblos desiertos y empobrecidos del altiplano, La Rivera es, oficialmente, el más pequeño de todos. Escondido entre cerros áridos, cielos tan azules que dejan ver la luna gris en pleno mediodía y una planicie amarillenta y polvorosa, La Rivera es el municipio con menos población de Bolivia. Según el censo 2012, allí viven apenas 509 personas, pero incluso esa cifra parece una exageración.Entre las calles angostas, con casas que se aprietan unas contra otras como acurrucándose de frío, cuesta encontrar a un ser vivo. Las paredes desnudas hechas de barro y piedra son penetradas por puertas pequeñas, pintadas de colores brillantes, pero aseguradas con candados robustos que solo se abren un par de veces al año.
“Aquí solo hay profesores, niños y gente de la tercera edad. Como lafrontera está cerca, el que puede se va a Chile a trabajar”, reporta el sargento primero René Barco, único policía de un pueblo tan tranquilo que ya no recuerda cuándo fue el último caso que atendió. “Aquí no hay casos, no hay gente”, dice, antes de desaparecer por una puerta verde pequeñita.

El eterno retorno
La gente se va, pero siempre vuelve. Vuelve para las fechas importantes, como lafiesta del pueblo, las elecciones municipales o el censo. Todo el que tiene casa, un pedazo de terreno o unas cuantas llamas regresó a La Rivera para ser contado el 21 de noviembre de 2012. Ese miércoles soleado, varios recibieron en su casa a Nelson Ignacio, un profesor que hizo de encuestador del INE. “Contar de más, no se puede”, dice sonriso y justifica las calles desiertas por la fiesta deCarangas, pueblo ubicado a cinco kilómetros de La Rivera y que, junto con Todos Santos conforman la provincia Puerto Mejillones, la menos poblada del país, con solo 2.075 habitantes.
Sobrevivir en estos pueblos es tan difícil que cuesta entender por qué la gente no se ha terminado de ir. Aquí solo llueve un promedio de 300 milímetros al año, una cantidad de agua que en
Santa Cruz de la Sierra cae endos horas durante el verano. Esa lluvia se reparte en unos 15 días espaciados entre noviembre y marzo, y desde abril comienza una sequía que se prolongará hasta octubre. En esos meses, la naturaleza se empeña en echarlos y los golpea con más de 100 heladas y vientos tan bravos que se lleva techos de calamina y de paja brava. Tal vez es por eso, que los que viven en La Rivera creen que lo únicoabundante es el frío.

Lo extraño es que los aimaras que habitan la última provincia de Oruro porfían en quedarse en estas tierras desde antes de la colonia. “Uno se acostumbra”, dice Leoncia Aguanta, una mujer de 65 años que cuenta que han aprendido a sembrar habas en agosto, papa y quinua en septiembre y a recoger toda la cosecha antes de abril. Todo lo que produce la tierra es para sobrevivir elresto del año. La quinua se seca y almacena, junto con las habas, y la papa se vuelve chuño. Eso siempre y cuando el tiempo sea bueno y no haya heladas que maten las plantas en enero o febrero.

Olvidados en la frontera
“Aquí todos votamos por el Evo, pero él no nos viene a visitar”, se queja la mujer del alcalde de La Rivera, Lucas López. “¿Para qué quieres saber mi nombre, qué regalo hastraído pues?”, pregunta, entre reclamo y broma.

En la casa de la mujer del alcalde hay dos tractores y una camioneta donados por el Gobierno, pero ella se siente olvidada. Dice que los que viven en la provincia Puerto Mejillones le prestan un servicio a la patria, que detrás de ese cerro está Chile y que si ellos no estuvieran allí, los chilenos ya se habrían entrado.
Mientras tuerce una bola delana de llama para formar un hilo rojizo, se queja de que las autoridades de Oruro nunca llegan con ayuda cuando la helada se lleva sus cosechas, dice que la gente vive del pastoreo de llamas, que es lo único que pueden vender y que por las ‘maltoncitas’ pagan Bs 500 y por las más grandes hasta 100 dólares. “Pero no se multiplican mucho. El puma mucho se las come. Así nomás estamos jodidos en...