puestos públicos
Si para cubrir puestos en la Administración no se atendiese a criterios de profesionalidad acreditables, sino exclusivamente a laconfianza, se estaría comprometiendo profundamente el ejercicio de la función directiva en la Administración Publica. La gravedad reside en que el nombramiento y relevo de cualquier cargo políticode la máxima responsabilidad en un organismo público llevaría aparejada la destitución de todos los colaboradores que ejerciesen funciones de jefatura. Salvo, quizá, los afortunados que gozasen de laconfianza del nuevo jefe.
Como forma de organización de la dirección de un organismo, este sistema provocaría una defectuosa gestión del talento, ya que un sistema basado en la confianza personal noasegura una gestión profesional y responsable, sino tan solo una gestión fiel. Fiel no a la Administración o a los intereses ciudadanos. Solo fiel a quien los ha nombrado.
Además, provocaría quequedasen separados de tareas directivas funcionarios que desarrollan adecuadamente su función, por no gozar de la confianza del nuevo dirigente como única o principal razón.
Deberíamos no obstanteponernos de acuerdo en el concepto de “profesionalidad”, porque parece que el art. 103 de la Constitución ( que es de los que más me inspiran ) impone trabajar con objetividad, lo que supone que laburocracia no debe ser ni puramente un “instrumentum regni”.
dijo hace años Alejandro Nieto -que parecía tan apocalíptico en los años ochenta- el sistema tiene víctimas pero también parásitos, que confundenrapacidad con capacidad.
Creo que hasta que no se extienda e interiorice la idea de que la objetividad y profesionalidad de los empleados públicos es esencial para la competitividad de México, paraque nuestro país no aparezca en el lugar en el que aparece en el informe PISA, para que no alcance altas cotas de corrupción en los rankings, internacionales, etc. nada se puede hacer para combatir...
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