que clase de madre eres
madre eres?
Paula Daly
Traducción de Victoria Alonso Blanco
www.megustaleerebooks.com
Para Jimmy
Llega con tiempo más que suficiente. Aparca el coche reculando, se apea y siente la sacudida del
frío. Abofeteándole la cara con fuerza, cortándole la piel. Una piel que huele bien. A perfume
caro.
Ha aparcado a varios centenares de metros del colegio, en elmirador. Cuando el día está
despejado, desde allí hay una vista ininterrumpida del lago y las montañas al fondo. Si hiciera
mejor tiempo, ya habría llegado el carrito de los helados y los turistas japoneses estarían
tomando fotos. Pero no hoy, con estos cielos encapotados y la oscuridad otoñal al caer.
Las aguas del lago reflejan los árboles. Están turbias, color marrón café —dentro de nada,
grispizarra—, y no sopla aire.
Quizá debería comprarse un perro, piensa por un momento. Un perro bonachón, un spaniel
tal vez o uno de esos perritos blancos y lanudos. A los niños les encantan los perros, ¿no? Quizá
no fuera mala idea.
Mira alrededor en busca de señales de vida pero por el momento no hay nadie más. Está solo,
vigilando. Evaluando la situación, sopesando los riesgos.
Evaluarriesgos forma parte de su trabajo. Por lo general se los inventa, toma nota de lo que
supone que el inspector de seguridad contra incendios desea oír. Y añade algún que otro dato,
los suficientes como para no dar la impresión de que su trabajo le importa una mierda.
Pero esto no es lo mismo. Aquí tiene que andarse con cien ojos. Él sabe que tiene tendencia a
precipitarse. Sabe que a veces no estan meticuloso como debiera y puede acabar pagando las
consecuencias. Aquí no puede permitirse ninguna imprudencia. Con esto, no.
Consulta su reloj. Falta todavía un buen rato para su próxima cita. Eso es lo maravilloso de
su trabajo, que le deja tiempo más que suficiente para esta otra… afición.
Así es como lo ve por el momento, como una simple afición. Nada serio. Solo pretende
hacerse unaidea, ver si le gusta. Más o menos como quien baraja la idea de apuntarse a un
curso nocturno.
«Asista a un par de clases de caligrafía antes de pagar el importe completo del curso.»
«Quizá, bien mirado, las clases de conversación en francés no sean lo más adecuado para
usted.»
Él sabe que tiende a perder el interés fácilmente, pero ahí está la clave de su éxito, porque
¿acaso hay algúntriunfador que tolere bien el aburrimiento?
De niño le decían que no tenía constancia para nada, que era incapaz de estarse quieto y
concentrarse en una sola cosa a la vez. Todavía le sigue ocurriendo, por eso quiere probar antes
de entregarse por completo a ello. Necesita estar seguro. Necesita tener la certeza de que llegará
hasta el final antes de dar el primer paso.
Consulta su reloj. Las trescuarenta. No tardarán en llegar… pronto pasarán por aquí los
primeros, ya camino de casa.
Entra de nuevo en el coche y espera.
Quiere observar cuál será su propia reacción. Si lo que piensa que va a ocurrir, ocurrirá en
realidad. Entonces podrá saberlo. A ciencia cierta.
Cuando los ve venir de lejos, se le acelera el pulso. No llevan ropa de abrigo, ni gorros, ni
zapatos adecuados para laestación. Los primeros en pasar por delante del coche son un par de
chicas. Pelo teñido, semblantes hoscos, piernas gordas y bastas.
No, piensa, no es esto. Esto no es en absoluto lo que va buscando.
A continuación pasan dos pandillas de chicos. Quinceañeros. Van dándose collejas unos a
otros, riendo sin ton ni son. Uno de ellos mira hacia él de reojo y le hace un gesto obsceno con
los dedos.Luego suelta una carcajada, riendo su propia gracia. Un pobre diablo, piensa él.
Y entonces la ve.
Viene sola. Andando a paso resuelto. La columna recta, la zancada corta y elegante. Tendrá
unos doce años, aunque podría ser mayor. Quizá aparente menos edad de la que tiene.
La niña pasa por delante de su coche, y a él se le acelera el pulso de nuevo. Un
estremecimiento de placer le recorre...
Regístrate para leer el documento completo.