Que pasará entonces?
No podría aceptar que esta primavera colectiva haya sido sólo eso, una efímera primavera, como lo son todas las primaveras del hombre. Un jovencísimo Neruda, en un poema ganador deuna Fiesta de la Primavera que se celebraba en el Santiago aldeano de hace varias décadas, a propósito del ímpetu de su generación que participó activamente en un cambio de mundo, decía: "Y vannuestras jóvenes almas henchidas/ como las velas de un barco en el viento". ¿Nos bajaremos todos de este barco que en estos meses nos ha hecho cruzar fuertes tormentas, pero también cielos abiertos y puros?¿O volveremos a ser los sumisos consumidores de antes, los pasivos endeudados, los que se compraron a ciegas un modelo de vida alienante, sin cuestionamiento y con fatalista resignación? No me gustaríaque volviera a triunfar el "peso de la noche", ese que ha permitido que los mediocres gobiernen sin que nadie los cuestione, ese que baja todas las varas morales y sólo se interesa en que suban lastasas de interés. No me gustaría ver a Chile otra vez dormido en sus laureles, en su autocomplacencia aspiracional, sin espíritu, sin ideales, sin pasión, sin riesgo, sin sueños. Un país temeroso...
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