Queridos monstruos
(10 cuentos para ponerte los pelos de punta)
Elsa Bornemann
ALFAGUARA
1991, ELSA BORNEMANN DE ESTA EDICIÓN:
1991, AGU1LAR, ALTEA, TAURUS, ALFAGUARA,
S.A. DE EDICIONES
BEAZLEY 3860-1437 BUENOS AIRES
DE LAS ILUSTRACIONES DE TAPA E INTERIORES:
1991, ÓSCAR DELGADO
ISBN: 950-511-127-4
IMPRESO EN ARGENTINA
[pic]
A Harlem
-pequeña amigaque anda por mis sueños-
con la esperanza del encuentro
en los días que vendrán.
Indice
Queridos monstruos 1
Prólogo 6
Extraño amor 9
El malo de la película 18
Con la piel de gallina 25
El loco de la patada 35
La muerte se hospeda en “El Blanqueado” 42
Queridos monstruos 49
En el fondo del jardín 57
Ellas también desean andar en bicicleta 62
La Luisona 69¿Dónde queda el futuro? 79
Epílogo 86
Prólogo
Los espectros no estamos a salvo del aburrimiento y cada cual emplea su método para combatirlo, igual que los seres vivos.
El mío —por ejemplo— es mirar algún programa de televisión. Para ello, suelo atravesar las paredes de una casa próxima al teatro en donde estoy instalado. Entonces, veo lo que la familia que reside allá hayaseleccionado como entretenimiento.
Ni cuenta que se dan de mi presencia ya que permanezco invisible a voluntad, como es obvio.
Elegí esa casa porque sus habitantes disfrutan de esta era de comunicación intersatelital —antena parabólica incluida— y así les resulta posible sintonizar transmisiones de todo el mundo. Por eso, pude ser un espectador más de aquel programa lanzado al aire desde laRepública Argentina.
¡Qué conmoción interior se me produjo cuando —de repente— se proyectó la imagen en colores de esa rubia, invitada a un ciclo periodístico!
Era ella, sin dudas. La reconocí —de inmediato— a pesar de los años transcurridos desde las lejanas oportunidades en que había estado conmigo. Una nena entonces. Una mujer ahora. Una escritora — "de notable éxito”, anunciaban—que sonreía a las cámaras mientras era sometida a un reportaje en torno a su literatura de terror... y declaraba que Frankenstein había sido su monstruo favorito durante la infancia... Para colmo, comentaba —con lujo de detalles— la amorosa anécdota de sus primeros encuentros y pregonaba que él mismo le había escrito el prólogo de "¡Socorro!", su último libro de cuentos de miedo publicado...Grrr. Arfff. Puaj. Babas verdes empezaron a deslizarse desde las comisuras de mis labios. En el estómago... ácido, bebé. La envidia me corroía el alma.
¿De modo que ella aseguraba que prefería a ese mamarracho creado con sobras humanas, alguien que parece la más extravagante propaganda de un centro de transplantes? ¿Así que ni siquiera un breve recuerdo para mí, el campeón de lo macabro?—¡Traicionera!— le grité entonces, como si pudiera escucharme—. ¿Acaso —de chiquita— no te quedabas como hipnotizada frente al aparato de tevé todos los sábados a la noche, cuando transmitían en Buenos Aires —y en capítulos— la tremebunda historia de mi vida? ¿Acaso no devorabas —reiteradamente— la obra de Gastón Leroux, que la narra con pelos y señales? ¿Quién era —si no— la másentusiasta consumidora de cuanta película se filmó, basándose en mi tragedia?
Ah, la ingrata... De ese modo me pagaba el pánico que había experimentado gracias a mí... Yo no podía soportar tamaño olvido...
Entonces, decidí aparecerme frente a ella y exigirle una reparación del daño que me estaba causando. De lo contrario...
Esa vez sentí—con insólita intensidad— el placer de ser unfantasma, que sus ventajas tiene, claro: no me cuesta nada trasladarme a través del tiempo y del espacio...
Ella se hallaba sola —en un camarín del canal— quitándose el exceso de pintura con el que la habían maquillado para su presentación en el programa, que acababa de concluir.
De golpe, me planté a sus espaldas y me quité la máscara que oculta el espanto de mi rostro desfigurado....
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