Quevedo

APROXIMACIÓN AL TEMA DEL AMOR
EN DOS POEMAS DE FRANCISCO DE QUEVEDO














Álvaro Trujillo Contreras


La temática amorosa ocupa no pocas páginas en la obra poética de Francisco de Quevedo. Existe, sin embargo, cierto consenso generalizado1 según el cual la lírica amorosa quevedesca no representa fielmente el sentir genuino de un hombreenamorado, sino que, debido al peso conferido a la agudeza conceptual sobre lo sensorial, cabría hablar más bien del producto de una pasión platónica.
No hay duda de que es Quevedo la personalidad más destacada del conceptismo en España, y aun cuando esta modalidad de la poesía barroca trabaja más con la inteligencia –vale decir, con las ideas- que con los sentidos, me cuesta aceptar que este autorno haya involucrado una auténtica intimidad en determinados poemas eróticos. Intentar probar esto último es una empresa riesgosa como compleja, dado que voces tan respetables como la de Jorge Luis Borges ya han sentenciado, por ejemplo, lo siguiente:
Considerados como documentos de una pasión, los poemas eróticos de Quevedo son insatisfactorios; considerados como juegos de hipérboles, comodeliberados ejercicios de petrarquismo, suelen ser admirables. Quevedo, hombre de apetitos vehementes, no dejó nunca de aspirar al ascetismo estoico2.
Son varias las vertientes estudiadas para lograr enmarcar y comprender la concepción amorosa de Quevedo. Por un lado esta la tesis que señala a la poesía erótica quevedesca como último atisbo o prolongación final de la tradición del amor cortés;otra vía la explica desde el neoplatonismo y otro enfoque la entiende a la luz de la escuela petrarquista3. A mi juicio, no parece prudente optar por una sola de estas perspectivas al asumir un acercamiento al tema del amor en Quevedo. Ensayaré una óptica pretenciosamente libre –acaso ecléctica- en el análisis de dos de sus poemas amorosos: “Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño” y“Error acertado en condición mudable”4.
TEXTO A
Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño
¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo?
Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
¿Y quién, sino un amante que soñaba,
juntara tanto infierno a tanto cielo?

Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
cual suele opuestas flechas de su aljaba,
mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
como miadoración en su desvelo.

Y dije: “Quiera Amor, quiera mi suerte,
que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo, que jamás despierte”.

Mas desperté del dulce desconcierto;
y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto.
Lo que de entrada llama la atención en este soneto son sus dos primeros versos, carentes por demás de una de las característicasprimordiales del conceptismo: reunir el máximo de ideas en un mínimo de palabras. Contrario a esto, el lenguaje se nos muestra denotativo, semánticamente llano. No hay equivoco ni doble sentido, por ejemplo, en la frase “que te gozaba”, lo que supone una suerte de sensualismo en Quevedo que choca con la imagen del asceta referida por Borges, y que lo hace partícipe de una de las característicasactualmente aceptada como propia de la lírica cortesana: el deseo carnal y la comunicación física5. Sin embargo, este “goce” sucede dentro de un ámbito fantasioso, cerebral, producto de un sueño. Bajo tales circunstancias es factible juntar “infierno” y “cielo”, tal como aparece en el cuarto verso, simbolizando con estos contrarios de herencia petrarquista, al poeta en su dolor terreno y a la amadainalcanzable, respectivamente.
La oposición infierno-cielo se reafirma al comienzo del segundo cuarteto con la dualidad llamas-nieve,yelo, en donde el sustantivo “llamas” identifica al amor del enamorado (no correspondido en la realidad, sino sólo en el sueño), en tanto que los sustantivos “nieve” y “yelo” apuntan a la representación de una Floralba inasible, helada, casi inexistente. Es...