¿Quien mato a rosendo?
¿Quién Mató A Rosendo?
A la memoria de
Domingo Blajaquis
y Juan Salazar
NOTICIA PRELIMINAR
Este libro fue inicialmente una serie de notas publicadas en el semanario CGT a mediados de 1968. Desempeñó cierto papel, que no exagero, en la batalla entablada por la CGT rebelde contra el vandorismo. Su tema superficial es la muerte del simpático matón y capitalista de juegoque se llamó Rosendo García, su tema profundo es el drama del sindicalismo peronista a partir de 1955, sus destinatarios naturales son los trabajadores de mi país.
La publicitada carrera de los dirigentes gremiales cuyo arquetipo es Vandor tiene su contrafigura en la lucha desgarradora que durante más de una década han librado en la sombra centenares de militantes obreros. A ellos, a su memoria,a su promesa, debe este libro más de la mitad de su existencia.
En el llamado tiroteo de La Real de Avellaneda, en mayo de 1966, resultó asesinado alguien mucho más valioso que Rosendo. Ese hombre, el Griego Blajaquis, era un auténtico héroe de su clase. A mansalva fue baleado otro hombre, Zalazar, cuya humildad y cuya desesperanza eran tan insondables que resulta como un espejo de la desgraciaobrera. Para los diarios, para la policía, para los jueces, esta gente no tiene historia, tiene prontuario; no los conocen los escritores ni los poetas; la justicia y el honor que se les debe no cabe en estas líneas; algún día sin embargo resplandecerá la hermosura de sus hechos, y la de tantos otros, ignorados, perseguidos y rebeldes hasta el fin.
La publicación de mis notas en CGT merecióalgunas objeciones, en particular de ciertos intelectuales vinculados al peronismo. Existía según ellos el peligro de que la denuncia-contra un sector sindical fuese instrumentada por la propaganda del régimen contra todo el movimiento obrero. Se mencionaban precedentes: cinco días después del episodio de Avellaneda, La Prensa había publicado un editorial titulado “Entre Ellos”, que exhalaba eseodio inconfundible, a veces cómico, que profesa contra la clase trabajadora en general. Toda una cadena de editoriales posteriores, entre los que pueden señalarse los del 17 de mayo de 1967 y 20 de marzo de 1968, reflejaron la inquietud del diario ante el estancamiento del proceso judicial y su aparente deseo de que, se llegara a esclarecer la verdad y sancionar a los culpables. Me encontrabapues en peligro de coincidir con La Prensa, cosa grave.
Supongo que los hechos ulteriores habrán disipado ese temor. Bastó que esta investigación efectivamente aclarara lo sucedido para que la avidez de justicia de La Prensa se aplacara y el editorialista se dedicase a la lucha contra la garrapata y la vinchuca, o a graves reflexiones sobre “Doce hombres para colocar un foco”, cuando alcanzantrescientos tontos para escribir un diario.
El silencio que rodeó esta campaña1 prueba que el interés real de ese periodismo era mantener el misterio que borraba las diferencias “entre ellos”. Cuando resultó que “entre ellos” no estaban solamente algunos “dirigentes gremiales adictos a la tiranía depuesta”, sino la policía, los jueces, el régimen entero, el desagradable asunto volvió al archivo.Quedaba todavía una punta de objeción, que se expresaba así: Vandor, con sus errores y sus culpas, era de todas maneras un dirigente obrero; el tiroteo de La Real, un episodio desgraciado.
Si alguien quiere leer este libro como una simple novela policial, es cosa suya. Yo no creo que un episodio tan complejo como la masacre de Avellaneda ocurra por casualidad. ¿Pudo no suceder? Pero al sucederactuaron todos o casi todos los factores que configuran el vandorismo: la organización gangsteril; el macartismo (“Son trotskistas”); el oportunismo literal que permite eliminar del propio bando al caudillo en ascenso; la negociación de la impunidad en cada uno de los niveles del régimen; el silencio del grupo sólo quebrado por conflictos de intereses; el aprovechamiento del episodio para...
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