quijote
El nuevo monarca francés había padecidodirectamente la humillación de Pavía, puesto que la liberación de Francisco I tenía por condición la llegada a Madrid de los hijos de este, a modo de garantía. Enrique II había crecido con el ignominiosorecuerdo de su estancia en Madrid, y cuando sostuvo la corona su Majestad Cristiana no escatimó en desvergüenza a la hora de aliarse con todo aquel enemigo de Carlos V, por muy calvinista, luterano e inclusomusulmán que fuera.
El fallido asedio a la localidad francesa de Metz en 1555 –fracaso auspiciado por Enrique II– había llevado al límite la salud física y mental del Emperador que decidiózafarse de la escena pública y repartir sus reinos entre su hermano, el archiduque Fernando, y su hijo, Felipe II. Al primero le cedía el Imperio Romano Germánico, y, por tanto, los problemas con losluteranos; al segundo, España (las coronas de Aragón y de Castilla y León), las posesiones italianas (Sicilia, Cerdeña, Nápoles, Milán), los Países Bajos, y, con todo, la inevitable enemistad de Francia.Los enemigos de España no perderían ocasión de prepararle una sonora bienvenida.
Aunque Felipe II, entonces rey consorte de Inglaterra, apostaba por la paz con Francia, nada pudo hacer para evitar elreinicio de las hostilidades en 1556. El nuevo Papa de origen napolitano, Paulo IV, detestaba a los españoles, de los que decía ser «simiente de judíos y de moros». Sobre Carlos V y Felipe II,afirmaba: «Quiero declararlos despojados de sus reinos y excomulgarlos, porque son herejes». Enrique II no tardó en acudir a la llamada del Papa e inmiscuyó sus armas sobre los aliados italianos de FelipeII. Simultáneamente, una flota turca (aliada con el Papa y con Francia) realizaba una ráfaga de ataques sobre las costas de España y sus aliados. Todos sus enemigos, varios príncipes italianos...
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