quimica
Un hombre piso algo blancuzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Salto, con un juramento vio una yaracacusu que, arrollada sobre sí misma, esperaba otro ataque. El hombre vio su pie, donde dos gotitas de sangre agrisaban dificultosamente, y saco el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza y hundió mas la cabeza, pero el machete cayo de lomo, dislocándole lasvértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quito la gotitas de sangre y las contemplo. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la por la picada hacia su rancho. Llegó por fin al rancho y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche, las gotas de sangre desaparecieron. Quiso llamar a su mujer y la voz se quebró, -¡Dorotea!- ¡dame caña ¡ su mujer corrió con un vaso lleno, elhombre lo tomo en tres tragos pero no se sentía aliviado. -¡te pedí caña no agua¡- -¡dame caña ¡- -¡no, me distes agua¡- quiero caña te digo¡. La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre trago tres tragos uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta. –Bueno esto se pone feo-. Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Allíla corriente del rio, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.
La pierna le dolía apenas, la sed disminuía y su pecho, libré ya, se abría en lenta inspiración. El veneno comenzaba a irse, no había duda. El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. ¿Viviría aun su compadre Gaona?, acaso viera también a su expatrón míster Dougald al recibidor del obraje. Recordó cuanto tiempo había dejado ya de ver a su ex patrón, de pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué seria? Y la respiración… al recibidor de maderas de míster Dougald, Lorenzo cubilia, lo había conocido en puerto esperanza un Viernes Santo… ¿viernes? Sí, o jueves… El hombre estiro lentamente los dedos de la mano. –Un jueves… y cesó derespirar.
LA GALLINA DEGOLLADA
Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatro
hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre
los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta. El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos losojos en los ladrillos.
La luz enceguecedora llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos
se animaban, se reían al fin estrepitosamente, congestionados por la
misma hilaridad ansiosa, mirando el sol con alegría bestial, como si
fuera comida. Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían entonces, mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio. Pero casi siempreestaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón. El mayor tenía doce años y el menor, nueve. En todo su aspecto sucio y desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal. Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus padres. A lostres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho amor de marido y mujer y mujer y marido hacia un porvenir mucho más vital. Después de algunos días los miembros paralizados recobraron el instinto; pero la inteligencia, el alma, aún el instinto, se habían ido del todo; había quedado profundamente idiota, baboso, colgante, muerto para siempre sobre las rodillas de su madre.
Con el almadestrozada de remordimiento, Mazzini redobló su amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de otro hijo. Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido. Pero a los diez y ocho meses las convulsiones del primogénito se repetían, y al día siguiente amanecía idiota. Esta vez...
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