Quseyo
Páginas: 10 (2471 palabras)
Publicado: 23 de julio de 2014
situada en el ángulo más opuesto de la sala, y comencé a reunir todo lo que había estado
haciendo a lo largo de la semana, las impresiones de los primeros entrevistados. Seguía
sin tomar notas en vivo y sin grabar nada. Para elos era mejor. Hablaban más y más37
relajados. Después me organicé la vida, es decir, mi viaje a París, Nueva York, Los
Ángeles. . Había terminado unos diez minutos después, cuando de nuevo se abrió la puerta del baño
y reapareció Sofía.
Llevaba algo en la mano.
Un espejito redondo, con dos delgadas líneas de polvo blanco en su superficie.
—Hola —comenzó a caminar hacia mí, sonriéndome con provocación—. Mira lo que he traído para amenizar la velada.
No soy idiota. Sabía qué era aquelo.
No sé si me enfureció más esto o que ela creyera que yo. . Es raro que pierda la cabeza, los estribos. Siempre he sabido reaccionar de forma cauta
ante los hechos inesperados, las situaciones de emergencia o aquelas en que hay que
tomar decisiones rápidas. Sé racionalizar, y más con la mente despejada. Según mi dilecta
madre,es una de mis mejores virtudes, y algo que me viene de casta en mi trabajo como
periodista.
Pero en esta oportunidad perdí la cabeza.
Por ela, porque me gustaba, porque de pronto me falaba en algo que yo tenía muy claro.
Me dolió.
—¿Estás loca?
La cara se le quedó petrificada.
—¡Mierda, Sofía, mierda!
No lo esperaba, pero yo tampoco. Mi mano salió disparada, impactó en el espejito, y éste salió volando por los aires. El polvo blanco se convirtió entonces en una especie de nieve
—y nunca mejor dicho—, que flotó en el aire sobre nuestras cabezas, mientras el espejo
se hacía añicos contra la pared.
Sofía quedó aturdida; pero eso solamente duró un segundo.
Luego se convirtió en una furia.
—Pero. . ¿qué has hecho? ¡Joder! ¿Qué has hecho? —miró la nube blanca, y luego de
nuevoa mí, con los ojos saliéndosele de las órbitas—. ¡Eres un desgraciado, un borde, un
hijo de. .! ¿Sabes lo que valía eso?
Quiso saltar sobre mí, pegarme o arañarme; no lo sé. Pude detenerla e impedírselo. Sus
ojos se le lenaron de lágrimas, pero no me dio pena.
Después la empujé hacia atrás.
Y saqué mi cartera, un bilete de diez mil pesetas. Se lo tiré.
—Todavía no eres nadie y ya estáscomo elas —musité triste y repentinamente cansado.
—¿Cómo estoy, eh? Vamos, dímelo tú.
—Muerta en vida.
—¡Pero de qué vas!
—Trabajas cuando puedes, a salto de mata, no tienes nada, y te gastas el dinero en eso.
—¡Era un regalo para ti! ¡Unos levan una botela de vino cuando van a cenar, y yo
pensaba que. .! —me miró como si de repente fuese un violador, con asco, y suspiró incrédula—: Eres increíble.
—Odio las drogas —fui muy claro—. Todo tipo de drogas.38
—¿Qué pasa, que tu mejor amigo murió con la jeringuila en la vena?
—Da lo mismo. No lo entenderías.
—¿Así que es eso? ¿La falsa superioridad del puro de corazón y fuerte de carácter? ¡Yo
sólo pensé que eras normal!
—Soy normal. Tú no lo eres. Yo no necesito eso. Nunca lo he necesitado.
Ya no quiso contestar.Seguía con los ojos enrojecidos, rabiosa, frustrada por la pérdida
de su material y por el cambio de planes. Pensé que se marcharía, que lo de su amiga era
una excusa. Pero no. Lo único que hizo fue dar media vuelta, y pese a ser muy temprano
se metió en mi cama, apartada lo más que pudo del centro, y me dio la espalda, dispuesta
a dormir.
Eso fue todo.
O sea, que hetenido noches mejores.
XII
Sofía ya no estaba por la mañana, al despertar.
Me había metido en la cama —por suerte es espaciosa, así que ni nos habíamos rozado—
y, aunque con dificultad, porque es duro dormir teniendo tan cerca a una mujer como ela,
al final me quedé dormido.
Supongo que esperaba que yo lo intentara.
O que al menos le hablara.
Pero no lo hice. Me sentía extraño. Y ya no...
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.