Racing. Fidelidad y pasión.

Cada año que pasaba

Ellos escuchaban un nuevo insulto. “Pataduras”, en el último tramo de los 60; “muertos de hambre”, en los 70; “hijos nuestros“, en los 80; “amargos“, en los 90.
Y ellos, como aquello que se escribía en las paredes durante el mayo parisino del 68, cada año repetían el eslogan: “Sé realista, pide lo imposible”. Y pedían un título.
Así se fueron treinta y cinco años. Conellos cantando, llorando, naciendo y muriendo. Con ellos, los de la hinchada de Racing.

Esa hinchada que formó parte del fenómeno argentino al que podríamos llamar “la malaria permanente”. Educados en aquello de “no puede haber un año peor que éste que se va”, vivieron a la par de un país que desde 1966 sufrió garrotazos, devaluaciones, asesinatos, empobrecimientos, desapariciones, militares,saqueos y rapiña.

Pero ellos, a diferencia de nosotros, además de todo… eran de Racing.

Te seré fiel

Tres papas, catorce presidentes, setenta y dos técnicos. Era la vida la que pasaba delante de ellos. ¿La vida?
¿Era vida que su equipo se fuera al descenso justo el año en que la Argentina entera echaba a los militares y rescataba al fin un cacho de democracia para poder respirar? ¿Era vidaque a su equipo lo alquilaran completo para jugar en la Liga Mendocina y sacar unos pesos?
¿Era vida que un día posmoderno, la síndico de la quiebra les dijera por televisión que su club había desaparecido?

Pero ellos fueron los reyes del aguante

Fueron pacíficos. Inventaron cantos, pintaron originales trapos, armaron la bandera más grande del mundo y la desplegaron, votaron a un peronistacomo Destéfano y a un radical como Otero, y hasta a un pelado que decía haber sido montonero.
Fueron violentos. Rompieron carnets, quemaron tribunas, tiraron botellazos, sepultaron al joven Basile asesinado en la Bombonera y con un redoblante le partieron la nariz a su propio presidente.
Pero en treinta y cinco años, ni siquiera la suerte venía.

A pesar de semejante militancia sin resultados,a pesar de tanto “en las buenas y en las malas” que siempre eran malas, los de Racing veían lo increíble: que sus propios hijos se hacían de Racing, y los hijos de sus hijos también.
Es cuestión de fe, decían los creyentes. Es cuestión de sangre, insistían los ateos.

Las proyecciones de algunas encuestadoras marcaban el milagro. Racing, con toda su racha adversa, habría alcanzado este año1.450.000 hinchas en todo el país. Solamente lo superarían Boca y River.

Conformarse con poco

Fue el campañón de la Supercopa 1988 lo que demostró que abajo de tanta mala suerte existía un mundo celeste y blanco. El gigante había dormido veintidós años. Y fue en aquel torneo que los de Racing demostraron hasta dónde era posible amar a un equipo. Llenaron estadios, colmaron aviones y festejaronaquel título como si fuera la Copa del Mundo.

Pero los verdugos no perdonaron. Es que esa Supercopa no se contabilizaba como el fin de la mala suerte pese a que muchos estadígrafos y unos menos fanáticos insistían en que 1988 debía ser tomado como el año en que Racing salió campeón de algo.
Y entonces siguieron las penas. Pero ante cada pena, un pecho nuevo hacía frente a las tormentas y otrohombro nuevo se prestaba para cada llanto.

Los periodistas acosaban en cada pretemporada. “¿Usted cree que este año Racing tiene equipo para lograr de una vez por todas el ansiado título?”
“Sí”, respondían los hinchas sin más fundamentos que un corazón todo roto que seguía latiendo.

Y cada primera fecha de un campeonato era una invasión racinguista. Los relatores empezaban de nuevo con esode “otra ilusión” y en el oráculo alguien siempre buscaba una explicación para pensar la nueva temporada con aires positivos.
Pero los periodistas, allá por la octava fecha, volvían a acosar. “¿Usted cree que el técnico se tienen que ir con esta mala campaña?”
“Sí”, respondían los hinchas sin más fundamento que el viejo axioma que dice que los entrenadores deben ser los fusibles de los equipos...