RACISMO
por Eduardo Grüner
El racismo, tal como lo conocemos y lo concebimos actualmente, es un “invento” estrictamente occidental y moderno. Todas las épocas y sociedades conocieron o practicaron alguna forma de etnocentrismo, de segregación, de autoafirmación mediante la exclusión o la discriminación de un “Otro”. En la inmensa mayoría de las lenguas delas culturas llamadas “primitivas” la palabra que designa al propio grupo o “etnia” significa, en dicha lengua, “Hombre” o “Humanidad”: la implicación es que los otros son otra cosa, no estrictamente humana. Esto es así, y probablemente lo seguirá siendo, “multiculturalismo global” o no: ninguna idealización de la dudosa “naturaleza humana” bastará para tapar el sol con la mano. Sin embargo,insistamos: el racismoestrictamente dicho –es decir, la “teoría científica” según la cual, por ejemplo, los negros (o quien corresponda en cada caso) no sólo son diferentes sino inferiores, y a veces, muchas veces, merecedores de explotación despiadada, e incluso de exterminio- es un discurso de la modernidad, estrechamente vinculado a lo que ha dado en llamarse el eurocentrismo, y por lo tanto noanterior –por simplemente darle una fecha de esas llamadas “emblemáticas”- a 1492. Fue allí, en ese primer gran encuentro de Occidente con un “Otro” inesperado, inaudito (asiáticos y africanos ya les eran algo más familiares), que comenzaron a proliferar las representaciones más delirantes de esaotredad insólita, cuya contrapartida fue la conformación del imaginario identitario europeo. Esa historia esbastante conocida. Lo que tal vez lo sea menos es que el gran salto cualitativo que dio lugar al racismo más exacerbado no fue tanto en la confrontación con los indígenas “americanos” –aunque por supuesto ella colocó el andamiaje ideológico necesario-, sino un poco después, cuando se creyó necesario recurrir a la fuerza de trabajo esclava “importada” de África para hacer funcionar las gigantescasplantaciones de azúcar, café, algodón, tabaco, especias y tinturas que produjeron –junto a la minería- las inmensas riquezas que transformaron a Europa occidental en el centro del sistema mundial, cuando hasta entonces había sido unaperiferia más o menos marginal de algún otro “centro” imperial (el islámico o el otomano, por caso). Esto es algo importantísimo de entender: la mano de obra esclavaafricana en América hizo una “contribución” esencial a lo que Marx, célebremente, denominó laacumulación originaria de Capital a nivel mundial. Es decir: el esclavismo africano en América no es una rémora pre-moderna ni un anacronismo: pertenece ya a la historia del capitalismo, es ya parte del gigantesco proceso mundial de separación entre los medios de producción y los productores directos queel propio Marx designaba comoconstitutivo de la emergencia de ese nuevo modo de producción. En una palabra: la esclavitud afroamericana es consustancial a la constitución misma de la modernidadcapitalista.
Este es el quid de la cuestión del racismo en tanto fenómeno moderno. Por una razón muy sencilla: había que explicar(se) de alguna manera que la misma civilización cuyo basamentofilosófico-moral era –o pretendía ser- la premisa inalienable de la libertad individual… estaba en buena parte apoyada, en términos económicos, en la esclavitud de millones de seres humanos. En los regímenes esclavistas antiguos (orientales o greco-romanos, pongamos) el problema no se presentaba: no existiendo la premisa (que sólo le es imprescindible a la “libre iniciativa” del propietario moderno), los esclavospodían serlo “por naturaleza” –como lo sostenía el mismísimo Aristóteles- pero no por el color de su piel: la esclavitud antigua, si se nos permite un chiste de mal gusto, era completamente “multicultural”. Sólo a la modernidad se le plantea la cuestión de tener que legitimar la esclavización de toda una categoría de seres humanos, en este caso losnegros. La “solución” ideológica para esta...
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