Racismo
Quizás hiera algunas susceptibilidades con esto, pero esa no es mi intención. No me interesa ser irreverente. Sólo quiero contar mihistoria de discriminación, vivida en piel propia, por ser blanco en un país tropical en el que muchos son negros. Y lo acepto, soy extremadamente blanco. No tanto como una persona albina, pero sí losuficiente como para que el sol se ofenda y se esconda si me quito la camisa. Lo acepto ahora, pero cuando era niño me sentía culpable y quería ser moreno como los demás para que dejaran de burlarsede mí, para sentirme aceptado, para sentirme bien conmigo mismo.
Pero no era ni es mi culpa. Mi familia materna es andina y la paterna es español-andina (de eso me enteré hace poco). A esta últimanunca la conocí, pero ese es asunto de otro post. La familia de mi mamá es en su mayoría morena, caféconleche, negra. Todos me crearon traumas. Cuando eres chamo, las burlas sobre tu apariencia física temarcan para toda la vida.
¿Que cómo se burlaban? Desde que tengo razón de ser, en todos los ámbitos en los que me desenvolvía (hogar, escuela, vecindario) tenía un sobrenombre diferente. Ahora puedoreírme sobre eso, pero para ese entonces me provocaba ira y llanto. Me decían desde “rana platanera” (googlear para más señas), pasando por “Gasparín” (terminé odiando esa comiquita, porque así medecían también mis vecinos) hasta llegar a “portugués”, entre otros.
En la escuela (pública, ubicada en una zona popular) nunca tuve amigos. No sé si por ser extremadamente blanco o porque no le caíabien a nadie, pero así fue. Ahí me pusieron motes como “pan de leche”, “zancudo patas blancas”, “caballo de Simón Bolívar” (que luego pasó a ser solo “caballo”), “garza”, y otros que en este momento norecuerdo. La primera vez que fui a la playa, a los 7 u 8 años, lloré de miedo.
Era tanta mi obsesión por cambiar color que a los 13 mis hermanos me llevaron a La Guaira un día, no estuvieron...
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