Rafael Cadenas
Tal vez estas afirmaciones parezcan duras o excesivas; sé que no serán gratas para los expertos, pero cualquier otra manera de formular mi impresión la sentiría como un understatement.
Me he referido, sin precisar, a la deplorable situación del lenguajeentre nosotros, dado que no es mi propósito señalar pormenorizadamente las fallas más usuales en que se incurre.[2] Son ya muy conocidas y además innumerables como para incluirlas en un ensayo que solo quiere alertar sobre el peligro en que se encuentra nuestro español, con miras a preservarlo, a evitar que vaya a volatilizársenos también esta riqueza. El empobrecimiento en que ha ido cayendo,pues empobrecimiento es la palabra que mejor compendia el estado en que se encuentra, puede llevarlo a una inopia irreversible, sin posibilidad de recuperación.[3]
Esta es una de las carencias más notorias, pero menos señaladas, entre las que afectan a nuestro pueblo. ¿Por qué se suele pasarla por alto? ¿A qué se debe semejante omisión? ¿Por qué se habla de otras carencias, y casinunca de ésta tan vinculada al vivir del individuo y de la comunidad que no puede menos de incidir en él? Se trata de una extraña subestimación, pero no deseo tantear en pos de explicaciones. Prefiero dejar las preguntas en el aire.
Para mí es evidente que Venezuela está aquejada de un grave descenso lingüístico cuyas consecuencias, aunque no sean fácilmente visibles se me antojanincalculables. Resulta difícil percibir, sobre todo, las que sin estar a la vista, son las más importantes, pues tienen que ver con el mundo interior.
Tal vez otros países donde se habla español no le vayan en zaga a Venezuela en esto, pero sólo conozco, o vivo más que conozco - ¡y con qué desazón!- lo que aquí ocurre. Eso que nos afecta a todos, como oyentes, como hablan nosdemos cuenta o no. En realidad, desconocemos sus repercusiones más hondas, más sutiles y más ocultas. En este campo sentirnos, pero no, advertimos mucho. Solo sabemos que el lenguaje actúa sobre el tenor de nuestro vivir, y ya eso es suficiente para apreciar su gravitante poder.
La situación no deja de ser peligrosa; un idioma puede decaer, empobrecerse, morir; sin embargo, nada sehace para afrontarla. Aquí también señores sin mayores obstáculos la corriente de la descomposición. La sociedad ignora el problema; el Estado es pasivo; los institutos de, educación fallan escandalosamente en la tarea que con respecto a la lengua les corresponde: la de enseñarla, la de trabajar con el español de los estudiantes a fin de que mejore, y el principal medio de comunicación, latelevisión, por un lado contribuye a difundir un español que cabe llamar standard, bastante insípido y no sin traslados literales, sobre todo del inglés; por otro lado, se aplica a fomentar, imponer y consolidar deformaciones o vulgaridades, siendo tal vez este lado el más eficaz. No he mencionado la radio porque si bien se oye mucho, dudo de su existencia; si admitiéramos que existe tendríamos...
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