El travestismo se ha puesto de moda en la literatura latinoamericana contemporánea. Empezando por los travestis de las novelas del (post-) boom, como por ejemplo De donde son los cantantes (1967), de Severo Sarduy, El beso de la mujer araña (1976), de Manuel Puig, y El lugar sin límites (1966), de José Donoso, el travesti ha seguido reapareciendo en novelas más recientes como El Rey de La Habana(1998), de Pedro Juan Gutiérrez, Mujer en traje de batalla (2001), de Antonio Benítez Rojo, y Salón de belleza (2000), de Mario Bellatín. Hasta en las películas de los últimos años el travesti ha adquirido casi la calidad de personaje folklórico y emblema, no ya de la cultura cubana, sino de la latinoamericana, como se puede ver en Antes que anochezca (2000), o Conducta impropia (1984).Esta preferencia por el travesti puede deberse a varios factores, uno siendo que el travesti es especialmente propicio para aparecer como nuevo sujeto en una "sociedad del espectáculo," usando el término de Guy Debord, donde el margen o el borde tiene más interés para los medios de difusión masiva que la representación del promedio de la sociedad. Dentro de estas nuevas articulaciones desde losmárgenes de lo sexual, el travesti puede reclamar para sí, además, cierto carácter "exótico" y festivo, por el disfraz, que recuerda el carnaval. Mikhail Bakhtin, en su conocido análisis del carnaval en Rabelais, ha interpretado el tópico del mundo al revés como celebración de la llegada de un nuevo orden que invierte las jerarquías y confunde proporciones y apariencias (1). No cabe duda de que en lasobras mencionadas arriba se puede ver una crítica del orden social existente en nombre de un derecho a la diferencia sexual, que no se conforma con las definiciones del sexo y sus roles asignados por un estado patriarcal. Lo particular de estas últimas producciones de los años noventa es, sin embargo, que el desafío al orden existente no viene tanto del homosexual disfrazado de mujer para atraer aotros hombres, sino de un travesti que tiene de los dos, del hombre y de la mujer, cuyo atractivo es precisamente esa ambigüedad. El "nuevo" travestismo se define así por su indecisión sexual. La suya es una versión del hermafrodita que se sale de la noción de máscara implicada en la idea del disfraz, noción que siempre supone una cara "real" escondida bajo un antifaz (2).
Otro rasgo de losmodernos travestis, por lo menos en estas novelas y películas, es que, salvo en la novela de Benítez Rojo, siempre se trata de hombres transformados en mujer, y no al revés. El cambio de roles va sólo en una dirección. La pregunta sería si esta preferencia por la proyección de lo femenino sobre el hombre también dice algo sobre la modernidad latinoamericana, o si existe por lo menos unacontinuidad de este motivo dentro de las literaturas hispánicas. En el Siglo de Oro español, por ejemplo, otro gran período de travestismo en la literatura, este mismo deseo funcionaba al revés: la gran mayoría de los travestis eran mujeres vestidas de hombres. Esto puede tener sus razones históricas y sociales, ya que la mujer asumía papeles masculinos para ejercer ciertas funciones sociales, como la devengar su honra --Rosaura en La vida es sueño, Dorotea en el Quijote-- o de ser escritora (3). Como dice Malveena McKendrick, las mujeres que se distinguían de forma admirable, eran llamadas "varoniles" en el teatro de la época, e incluso el camino místico hacia Cristo se asociaba con el hacerse hombre, según propone Stephanie Merrim (4). Los casos de hombres vestidos de mujer son más aislados enel Siglo de Oro. Si pensamos en el Quijote, hay algunas instancias en las que hombres se disfrazan de mujer, como en la primera parte el cura (cap. 27) o en la segunda parte la dueña Dolorida (cap. 39) y el hijo de Diego de la Llana (5). Lo que sí es raro es que estos hombres disfrazados de mujer tengan voz; en el Quijote esto solo ocurre en el caso de la dueña Dolorida, cuando explica que debe...
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