Rayuela

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Cortázar, Julio. Rayuela (1963)

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(Renovigo, Nº 5)

Otro suicida

Ingrata sorpresa fue leer en "Ortográfico" lanoticia de haber fallecido en San Luis Potosí el 1º de marzo último, el teniente coronel (ascendido a coronel para retirarlo del servicio), Adolfo Ávila Sanhes. Sorpresa fue porque no teníamos noticia deque se hallara en cama. Por lo demás, ya hace tiempo lo teníamos catalogado entre nuestros amigos los suicidas, y en una ocasión se refirió "Renovigo" a ciertos síntomas en él observados. Solamente queÁvila Sanhes no escogió el revólver como el escritor anticlerical Gillermo Delora, ni la soga como el esperantista francés Eugenio Lanti.
Ávila Sanhes fue un hombre merecedor de atención y deaprecio. Soldado pundonoroso honró a su institución en la teoría y en la práctica. Tuvo un alto concepto de la lealtad y fue hasta el campo de batalla. Hombre de cultura, enseñó ciencias a jóvenes yadultos. Pensador, escribió bastante en periódicos y dejó algunas obras inéditas, entre ellas "Máximas de Cuartel". Poeta, versificaba con gran facilidad en distintos géneros. Artista del lápiz y la pluma,nos regaló barias veces con sus creaciones. Lingüista, era muy afecto a traducir sus propias producciones al inglés, esperanto y otros idiomas.
En concreto, Ávila Sanhes fue hombre de pensamiento yocasión, de moral y de cultura. Esto son las partidas de su haber.
En la otra columna de su cuenta, hay cargadas varias, y es natural titubear antes de levantar el velo de su vida privada. Pero como nola tiene el hombre público y Ávila Sanhes lo fue, incurriríamos en la falta que antes señalamos ocultando el reverso de la medalla. En nuestro carácter de biógrafos e historiadores debemos romper conlos escrúpulos.
Conocimos personalmente a Ávila Sanhes allá por 1936 en Linares, N .L., y luego en Monterey lo tratamos en su hogar, que parecía próspero y feliz. Años después que lo visitábamos...