rebelion de los indignos

La rebelión de los indignados
General Óscar Naranjo
Responder a la protesta social demanda poner a prueba la legitimidad del Estado para garantizar que la lógica política y no la lógica de losarmados ilegales sea la que asegure el cumplimiento de acuerdos.
Si la indignación de millones de personas, hoy convertida en primaveras de violencia que se repiten en Siria, Egipto, Grecia, España,Brasil y que registramos con tanta preocupación en Colombia, no concentra la atención de los políticos, estaremos condenando a los jóvenes a renunciar a su condición de ciudadanos.
Una noción deciudadanía basada en valores democráticos, donde los derechos fundamentales impliquen la vigencia de la convivencia pacífica, debería ser un instrumento para valorizar la participación de las comunidades ysu relación con el Estado, asegurando que la protesta social no derive en hechos violentos.
Considerar que la ciudadanía solamente concede derechos y no compromete deberes y obligaciones crea unasituación de desequilibrio frente al Gobierno e impide poner en marcha procesos de transformación.
Asumir que la ciudadanía se agota por el hecho de tener la capacidad de elegir o ser elegido es unavisión instrumental que está muy lejos, por lo menos del concepto original promovido hace más de 2.500 años en la antigua Grecia, cuando Pericles afirmaba que no era ciudadano quien no participaba deldebate y la controversia pública y, con toda crudeza, decía que no podía ser ciudadano aquel que desde una visión individual o violenta renunciaba a construir desde el ágora, es decir desde la política,nuevas realidades.
La pregunta que demanda una respuesta verdaderamente efectiva es cómo convertir la política en el instrumento fundamental para dirimir los conflictos y canalizar el espíritutransformador de los jóvenes y de ciudadanos indignados que recurren simplemente a la protesta. El problema que enfrentamos hoy es que los espacios políticos de encuentro han sido reemplazados por una...