Rebelión en la Granja
Como ya he recordado, la cámara de televisión nollega a la mitad del mundo, lo quesignifica que existe un mundo oscurecido y que la televisión incluso consigue que nosolvidemos de él. Otro gran factor limitador es el coste. Al periódico que recibe susnoticias de una agencia, saber lo que sucede en el mundo no le cuesta nada o, encualquier caso, poquísimo, pero desplazar a una troupe televisiva cuesta muchísimo.
Por este criterio, noventa ynueve de cada cien acontecimientos no se nos muestran. Un criterio del que entiendo la fuerza contable, pero que maximiza la precariedad y la arbitrariedad de las informaciones que de ello resultan. A fin de cuentas, la televisión «global» está de diez a veinte veces más ausente en lo que se refiere a la cobertura del mundo que el periódico. Ysi es verdad que la imagen abre una ventana hacia elmundo, algo que la descripción escrita no puede igualar (en eficacia), es asimismo cierto que la decisión sobre las ventanas que se deben abrir está al margen de todo criterio.
Por otra parte, «cualquier lugar del mundo» no tiene sólo un valor de hecho, tiene además un valor potencial y psicológico. El ciudadano global, el ciudadano del mundo, «se siente» de cualquier lugar y, así pues, estádispuesto a abrazar causas de toda naturaleza y de todas partes. En No Sense of Place, Joshua Meyrowitz (1985) plantea este tema con minuciosidad. Según él, nuestra proyección hacia el mundo nos deja «sinsentido de lugar». Para Meyrowitz, la televisión fusiona «comunidades distintas» y de este modo «hace de cualquier causa o cuestión un objeto válido de interés y de preocupación para cualquier personadel mundo». De hecho, ya no hay causa, por descabellada que sea, que no pueda apasionar e implicar a personas del mundo entero. A principios de 1997, América se movilizó para salvar a un perro labrador (llamado Prince) de la «ejecución» por inección. El propietario propuso su deportación, y el veterinario (que se sentía «verdugo») se negó a «ajusticiar- lo». En 1988 vimos, durante varios días, a dosballenas aprisionadas por los hielos, salvadas metro a metro por sierras eléctricas, después por helicópteros y, finalmente, por un rompehielos; en definitiva, es la típica creación televisiva de un acontecimiento. Y como las cuestiones extrañas son noticia, nos vemos implicados en grupos que reivindican los derechos (esta vez realmente «naturales») de los animales, la prohibición de desnudarse(incluso para las estatuas) y, por qué no, el regreso del mosquito por el bien del equilibrio ecológico. ¿Responsabilidad o extravagancia? Se puede objetar que la televisión no globaliza sólo las extravagancias. La trágica muerte de lady Diana, en la flor de la juventud y de la belleza, ha conmovido y unido en el dolor a dos mil millones de espectadores de todo el mundo; lo que nos enfrenta a un«acontecimiento mediático» que apela a una sensibilidad humana común. Sí; pero me asusta lo desproporcionado del caso (incluida la proporción de verdad); es un acontecimiento montado por los medios de comunicación, y que sólo por ello entrará en la historia. Sea como fuere, y volviendo al hilo de mi discurso, la cuestión es que — en la noción de aldea global — «cualquier lugar del mundo» y «mi...
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