RECOMENDACIONES PARA UNA EXPOSICIÓN ORAL
La exposición es oral, y hablar en público es un desafío comunicativo muy
diferente de la escritura. Para tu público, leer un texto (suyo o ajeno) es diferente a
escuchar una exposición. Cuando un texto es denso, el lector siempre puede
abordarlo por partes, releerlo, comentarlo con los amigos, etc. Pero una exposición
densa rápidamente aburre al auditorio y se pierde irrevocablemente. En
consecuencia, no leas tu exposición: eso no es exponer sino leer en voz alta.
Igualmente, abstente de basar tu exposición en textos aprendidos de memoria: eso
no es exponer sino recitar. Es conveniente que tengas en cuenta las siguientes
recomendaciones de carácter formal.
TIEMPO
Una buena exposición deja tiempo suficiente para el debate que la sigue.
Por eso no tiene por qué durar más de 20 minutos (si es más larga, revísala).
Distribuye de modo adecuado las partes del discurso –introducción, desarrollo del
tema, conclusiones.
TONO DE VOZ
Las personas tienen una capacidad limitada de atención: se distraen si se les
habla siempre al mismo ritmo y con el mismo tono de voz. Aprende entonces a
modular tu voz: practica las pausas y los cambios de ritmo y de volumen. Es
importante también que cuides tu voz. Las tonalidades agudas y el volumen alto
exigen la garganta más de lo normal y pueden motivar afonías, ronqueras y
falsetes fastidiosos. Evita carraspear para aclarar la garganta o tomar agua fría
para refrescarse: eso tiene, a la larga, efectos nocivos.
EXPRESIÓN CORPORAL
Un buen expositor es un “actor en escena”: Permite que tu cuerpo colabore con tu voz. Apóyate en la capacidad de comunicación no verbal que hay en tu
expresión facial y corporal. Para ello es preciso dominar los elementos mímicos ...
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