recomendaciones
El uso de las TICs en el proceso de enseñanza‐aprendizaje enmarcado en el nuevo contexto del
EEES resulta oportuno puesto que permiten la realización de diferentes tipos de funciones, que
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van desde el acceso e intercambio de información, hasta la creación de entornos simulados que
facilitan la realización de prácticas de fácil control y preparación por los docentes. Además, su
carácter flexible y abierto hace que puedan ser utilizadas en diferentes contextos y situaciones de
aprendizaje, desde la transmisión de información, hasta la simulación de fenómenos o la
realización de ejercicios, la evaluación de los conocimientos y habilidades, o la tutorización.
Sin embargo, la principal ventaja de estas tecnologías recae sobre la posibilidad de romper las
barreras espacio‐temporales que han influido sobre las actividades formativas en los sistemas
educativos universitarios convencionales. El ciberespacio ha creado entornos virtuales de
aprendizaje donde el espacio educativo no reside en ningún lugar concreto, la educación es
posible sin límites temporales y la interactividad entre los agentes implicados tiene lugar sin
limitaciones de espacio ni de tiempo.
Las TICs también permiten una interacción sujeto‐máquina y la adaptación de ésta a las
características educativas y cognitivas de la persona. De esta forma, los estudiantes dejan de ser meros receptores pasivos de información pasando a ser procesadores activos y conscientes de la
misma.
Finalmente, otra de las ventajas más valoradas está relacionada con la posibilidad de realizar
actividades complementarias, disponer de materiales de consulta y apoyo o acceder a diversos
recursos educativos, con el consiguiente enriquecimiento del proceso de enseñanza‐aprendizaje acorde con los sistemas metodológicos previstos en el EEES.
Ahora bien, resulta curioso que la ventaja menos valorada en torno al uso de las TICs sea el ahorro
de tiempo que éstas deberían proporcionar al profesor para dedicarlo a otras tareas. No en vano,
existen voces discordantes a la hora de considerar el aspecto temporal como una ventaja, al
afirmar que su uso requiere mucho más tiempo del profesor que los medios convencionales:
cursos de alfabetización, tutorías virtuales, gestión del correo electrónico personal, búsqueda de
información en Internet, etc. Además, las comunicaciones a través de Internet exigen tiempo para
leer mensajes, contestar o navegar, pudiendo llegar a producir sensación de desbordamiento. En
definitiva, que lejos de ahorrar tiempo, el uso de las TICs puede llegar a restar tiempo para
dedicarse a otro tipo de tareas (como la investigación) que oficialmente se le reconocen al
docente.
Además, este no sería el único inconveniente atribuible al uso de las TICs en el proceso de
enseñanza‐aprendizaje universitario. Otros como el considerable aumento de informaciones no fiables; las dificultades para localizar, seleccionar y analizar la información; los riesgos de ansiedad
o adicción en los estudiantes por la continua interacción con el ordenador; los problemas de falta
de sociabilidad o la aparición de dolencias (cansancio visual y otros problemas físicos provocados
por malas posturas ocasionadas por un exceso de tiempo trabajando ante el ordenador), son
algunos ejemplos de la otra cara de la moneda que deben conducirnos a reflexionar
detenidamente y hacer un balance responsable de la situación, para que el resultado neto de su
generalización en el contexto educativo resulte positivo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
ARANCIBIA, Marcelo. (2001). “Reflexiones en torno a la aplicabilidad pedagógica de la informática: ...
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