RECUERDA QUE ME QUIERES
La música ha dejado de sonar. Las estrellas se lamentan, apenadas, por el mutismo que reviste el firmamento; imploran desde la lejanía, ocultando su brillo como prueba de supesar. La joven lo siente. Un sudor frío recorre su cuerpo por entero, sus dientes castañean. Se despierta, agitada y desorientada. La habitación en penumbras le provoca una incómoda claustrofobia.Le siente dormir a su lado, el calor embriagador que desprende, la profunda respiración arrullando su cuello; ajeno a su angustia, al dolor que la asfixia y le retuerce las entrañas.
Se levanta,aturdida y, agarrándose con fuerza al dosel de la cama, permite pasar al tiempo, perezoso, mientras su cabeza deja de dar vueltas y el oxígeno vuelve a circular por su cuerpo. Sale de la habitacióndescalza, con paso tranquilo, contrarrestando los impetuosos latidos de su corazón. El miedo comienza de nuevo a ganar ventaja a medida que avanza por el largo pasillo, que se muestra más tenebroso que decostumbre. Alcanza, al fin, la barandilla y se apoya en ella, pegándose su mano sudorosa en el frío metal; la recorre tiernamente hasta llegar a su extremo. El vértigo ante las empinadas escaleras laacongoja unos segundos. Se agarra el vientre, protegiéndolo de todo mal, custodiando su alma con ese simple gesto, hasta que por fin se atreve a bajar, muy despacio. No se para al llegar al últimopeldaño, sino que continúa caminando hacia el vestíbulo.
Llegados a ese punto, agudiza el oído y escucha el sonido más aterrador que haya existido jamás en su pequeño universo. El silencio, tan diáfano queapenas le permite respirar, la debilita, la aturde. Un graznido rompe la afonía del momento y la joven se asusta, hasta que se percata de que el quejido ha salido de su propia garganta. Se lleva lasmanos al cuello y siente cómo los sollozos se vuelven cada vez más fuertes. Las estrellas se extinguen, aterradas, y la estancia se vuelve más oscura si cabe. La joven cae de rodillas y llora...
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