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Rodríguez ha explicado a Time: "Lo que despierta mi vena rebelde son 20 siglos de un sexo dominando a otro. Hablamos de esclavitud, feudalismo, explotación, pero la dominación más injusta es la de una mitad de la raza humana sobre la otra mitad". Se comprende que el buen Rodríguez esté afligido y furioso por tanta injusticia de lasgeneraciones anteriores durante veinte siglos. ¿Y quién no? Así que vamos a darle una mala noticia primero, y una buena noticia final que quizá calmen su atribulado ánimo, tan rebelde que da miedo.
Cuando él habla de 20 siglos se refiere, claro está, al cristianismo. En el catecismo progre, el cristianismo tiene la culpa casi todos los males. Pues he aquí la mala noticia: lo que él consideradesigualdad y opresión de la mujer por el hombre no ha durado veinte siglos, sino, probablemente, toda la historia humana. Incluso cabría decir sin injusticia que el cristianismo ha ayudado poderosamente a suavizar las relaciones entre ambos sexos: desde el "todos (y todas, claro) somos hijos de Dios" al "compañera te doy y no sierva", pasando, en el catolicismo, por la relevancia de la Virgen y deuna multitud de santas, puede decirse que, en cuanto a esas opresiones, el cristianismo ha sido mucho más positivo que, por ejemplo, el islamismo, cuyas virtudes y necesidad de ser comprendido y apreciado por los malos cristianos no cesa Rodríguez de encomiar. Y sólo tiene que consultar Rodríguez los más antiguos documentos históricos (puede empezar porLa Ilíada en relación con nuestracivilización) para ver que en las relaciones humanas, comprendidas las existentes entre mujeres y varones, siempre ha existido una veta muy dura y dolorosa.
En este sentido puede Rodríguez revolverse, y quizá deprimirse todavía más: "¡Progreso mío!, así que ahora resulta que la opresión de la mujer dura ya mucho más de veinte siglos. ¡Oh, no sé si tendré fuerzas para corregir tan extendido y duradero mal!¡Acude a mí, Progreso, confórtame y ayúdame!". Pero puede también experimentar un cierto alivio: "Por lo menos algo se ha progresado en veinte siglos. ¿Y gracias al cristianismo, por lo menos en parte? Increíble, realmente. Tendré que consultar de nuevo el manual. Bueno, eso permite albergar alguna esperanza, de todas formas".
Y la buena noticia. A pesar de esa veta dura y dolorosa, vetainmensamente ancha y profunda en ocasiones, en general han predominado en la historia aspectos más soportables, incluso agradables, pues de otro modo la humanidad habría desaparecido mucho tiempo ha. Es más, y aquí viene la gran noticia que liberará a Rodríguez de sus cuitas y rebeldías, tan perturbadoras para la serenidad que siempre buscan las personas equilibradas: ¡nunca ha existido esa opresión dela mujer por el hombre! Asombroso, ¿verdad? Pero indudable. A lo largo de los siglos, y ahora mismo, muchas mujeres (y muchos hombres) han sufrido y sufren opresión. Hasta podemos afirmar que todos sufrimos opresión de algún tipo, en mayor o menor grado y en unos u otros momentos. La vida de la inmensa mayoría de los hombres y mujeres ha sido muy similar: oscura (muy pocas personas han "pasado ala historia", y así será siempre, por lógica, aunque, para un cristiano, todas estén presentes ante Dios), trabajosa, sometida a ignorancias y aciertos, a costumbres mejores o peores, a mil azares... y, dentro de ello, todos y todas han experimentado alegrías y sinsabores en mezcla muy desigual según las personas. Esto es importante: según las personas, no según las clases ni según los sexos.Naturalmente, entre varones y mujeres siempre ha habido y siempre habrá diferencias físicas y anímicas muy considerables. Esto puede parecer muy triste a personajes de mentalidad mesiánica y estereotipada, pero la vida resultaría invivible sin esas diferencias. En todas las sociedades ha existido una especie de división del trabajo basada en esas diferencias naturales. Por ejemplo, el cuidado...
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