RedacciónJS

Jorge Eduardo Serrano Galindo
Una grata e inesperada visita
Hace unos 10 meses, en la anterior temporada navideña, yo estaba en el comedor de mi casa esperando impacientemente la comida. Ya casiestaban listos los tamales cuando de repente escuché pasitos recorriendo la cocina a una velocidad considerablemente alta, también se escuchaban muchas pequeñas uñas rasguñando el suelo.
Mi perroestá acostumbrado a quedarse fuera de la casa, por eso sabía que debía ser otro animal. Entonces me asomé por encima de la barra que dividía al dueño de las pisadas de mí y lo único que alcancé a verfue una mancha con pelos negros corriendo hacia una esquina buscando refugio. Inmediatamente me dirigí a donde se había quedado quieto y noté que era un perro French Poodle, era negro, pequeño y estabaasustado.
Después de pensar en las posibles razones por las cuales el perro terminó llegando a mi cocina, concluí que se espantó con el ruido de los cuetes que se esparcía en toda la ciudad en esaépoca de fiestas y buscaba un lugar calmado en el cual estar.
Tuve que pedirle permiso a mis padres de conservarlo por un tiempo mientras aparecían los dueños, aunque en realidad quería quedármeloporque era muy amigable y le justaba jugar, además era limpio, a la hora de hacer sus necesidades siempre salía al patio. Por suerte a ellos también les cayó bien el animal y les pareció buena ideacuidarlo.
Estuvo con nosotros un par de semanas hasta que un día, desgraciadamente, en mi camino a la tienda noté un típico letrero de que se busca un animal en donde aparecía una foto del perro y supeque tenía que hacer lo correcto.
Esa misma tarde me comuniqué con la dueña legítima y en la noche nos encontramos en un parque donde entregué a la juguetona bola de pelos. Lo bueno es que se veía quela familia lo quería ya que se emocionaron mucho al ver al perro, también él se puso más feliz de lo normal. Además me dieron 500 pesos de recompensa.
Errores
Día a día, las personas cometen...